MAYORDOMO DE MI CORAZON.

Cap: 8 Confuciones y aclaraciones.

Cuando Mew cargó entre sus brazos a Gulf, sintió una alegría inmensa, esos ojitos brillantes y esa tierna sonrisa adormilada le daban una ternura inmensa.

—Chiquitín te voy a proteger toda mi vida, nadie tocará un solo pelo de ti.

—No entiendo por qué contigo no llora—se pregunta la recién parida reina.

Mew respondió:

—Tal vez nuestras almas se conocen, mi reina—Empieza hacerle gracia.

Celenia simplemente suspiraba, al parecer su hijo ya tenía un favorito.

Gulf fue creciendo apegado al mayordomo, él lo educaba en palacio, vigilaba que comiera sus frutas y verduras y trataba de que no se metiera en líos mientras jugaba por la casa, cuando llegaba la noche era lo más difícil para Mew, puesto que el pequeño de 5 años daba muchos rodeos para dormir, así que Mew siempre utilizaba lo clásico cuentos infantiles o leyendas que se contaban en el reino.

—Mayordomo de mi corazón, ¿podrías contarme otra vez la historia del dios de la muerte y la diosa de la venganza?

—Dime Mew, ese nombre está muy adornado.

—Pero eres mayordomo y te amo así de grande—dice mientras abre sus pequeños brazos entendiéndolo a cada extremo.

Mew simplemente sacudía su cabello.

—Está bien te contaré nuevamente la historia, no obstante debe prometerme que vas a dormir luego del cuento.

El niño asiente, por otro lado, Mew se acomodó en una silla la cual estaba al lado del respaldo de la cama del pequeño príncipe y aclara su garganta para contar una vez más la historia de amor del dios de la muerte y la diosa de la venganza.

—Había una vez una diosa de ojos brillantes y lindas pecas.

—¿Cómo las mías verdad?

—Si, cómo las tuyas... ella vagaba por tierra eterna porque estaba aburrida de estar en su reino y nunca había visitado ese mundo, de repente observa a lo lejos a un encapuchado el cual observaba una guerra entre dos bandos enemigos y ella se acerca al extraño.

—Ese era el dios de la muerte—dice el niño conociendo la historia de cabo a rabo.

—Exacto... ¿Cuentas tu la historia o yo?

—Ya no voy a interrumpir.

—Gracias... la joven toca el hombro del encapuchado y él voltea, la brisa le quita su capucha y la chica puede ver quién era, pues los tatuajes sagrados le indicaban la identidad del sujeto, obvio la diosa de la venganza se perdió en el rostro fiero y apabullante del dios de la muerte y se rindió a sus pies.

El niño interrumpe.

—Yo creo que quien se enamoró fue el dios de la muerte, pero tú lo defiendes.

Mew siempre se reía cada vez que Gulf repetía esa parte.

—Los dos al verse se enamoraron, estaban destinados... ¿Esta parte si me crees?—interroga Mew mientras lo mira con escrutinio.

—Esa si—habla el niño feliz.

—Ellos al verse sonrieron y sin darse cuenta olvidaron la guerra que se estaba realizando abajo y se fueron a un lugar para descansar...

El niño levanta su mano para hacer una pregunta:

—Adelante...

—¿Nunca se besaron? Siempre descansan y nunca se besan.

Mew suspira.

—Gulf, ¿quién rayos te enseñó esa palabra?

—Mirack...