Introducción

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3:42 am.

La pequeña se removió en su sitio, y con los puñitos de sus manos, se frotó el rostro con un poco de torpeza hasta abultar su boquita, despertando por completo a mitad de la noche en medio de ese silencio absoluto, salvo, un respirar ajeno a ella.

Vió un momento a los alrededores en su limitado espacio, y dejó caer sus bracitos a los costados, moviéndose otro poco. Aún sin darse cuenta que algo faltaba, sus ojitos oscuros y curiosos observaron los juguetes colgados a una distancia aproximada por encima de su cabeza; las sombras que se formaban allí, inconscientemente a veces solían quitarle una sonrisa apretada. Nuevamente movió sus bracitos y esta vez se llevó un puñito a su boquita húmeda, balbuceando gorgoteos inentendibles, mientras sus piernas pataleaban, deshaciendo el arropo de su manta amarillo patito con el cual su papá la había cubierto horas atrás.

Permaneció así por unos minutos, destapada y con su puñito en la boca, moviendo cada extremidad de su cuerpito en su propio sitio, inconscientemente sí ocurriría algo malo o no, pues, quien cuidaba de ella dormía aún sin percatarse de nada, en su quinto sueño por medio de un suave ronquido. No obstante, alrededor de media hora después, comenzaron las incomodidades y frustraciones de la noche.

La bebé no tenía atención. Y al parecer algo más comenzó a molestarle, cuando sin más, se frotó la carita con saña, soltando unos gemidos y resoplidos en queja y comenzó a llorar en disgusto.

—Huh~ ¡Wuaaah!~

Park Chanyeol, un joven Omega de veinticuatro años, aún dormía.

Su pesado sueño no le permitía volver a la realidad, el apaciguado rostro con facciones imperfectas, nariz perfilada y labios abultados con sutiles grietas, daban todo un contraste equilibrado con su melena oscura que cubría su amplia frente y cejas espesas, las llamativas que complementaban con la redondez de sus ojos cuando era capaz de sonreír, efectuando ese encanto de Omega con naturalidad. Pero haciendo a un lado eso, el descanso era uno de los mejores placeres que se podría dar después de un largo día de semana, ya que realizar los quehaceres de su pequeño y humilde hogar, cuidar y ver por su pequeña, eran suficiente labor como para dejarlo rendido y postrado en la cama.

Claro que a simple vista podría significar una rutina sencilla para ser un Omega joven, atento y responsable. Sobre todo por ser un simple papá primerizo, pero en realidad era todo lo contrario. Chanyeol hacía lo posible de hacer las cosas bien pero no faltaba día en que se sintiera frustrado por lidiar con sus asuntos.

Su ligero ronquido proveniente de su garganta, sin percatarse que el llanto de su bebé cada vez se hacía más sonoro, dejaba en vista que su labor en realidad, era cansador.

—¡Ingwaaah!~ ¡Waaah!~

Sin embargo, no pasó más de cinco minutos que logró despertarse expulsando una aspiración del susto, viendo los alrededores de su habitación.

—...¡Ya voy, ya voy!

Se incorporó inmediatamente de su cama, casi sonámbulo tropezando, acercándose a la cuna de su pequeña quien se había dado vuelta ¡boca abajo!. Rápidamente la tomó en brazos para arrullar y calmar su malestar, meciendo.

—Shh, lo siento. Lo siento, Chaerin…—dijo con los ojos entrecerrados, aferrándola a su pecho con suaves palmaditas—. Papá está aquí… Tranquila.

Decidió salir de la habitación para ir a la cocina y preparar su biberón. Era de suponer que su bebé tenía hambre. Encendió la luz de la estancia y prosiguió a sacar lo necesario para ayudarse con la otra mano.

—¿Quieres comer? ¿Hm? Shh~ Te prepararé tu comida favorita, ¿si? 

Chanyeol no tenía idea de la hora, pero estaba consciente que sería sábado.

Frecuencia Del Destino © || KaiYeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora