El amor es un camino que te lleva a situaciones vergonzosas, a veces te ciega tan profundo que puedes confundir la amistad con el amor y a la vez destruirte a ti o a alguien más. Lee Suho fue uno de ellos, quien siempre llevaba una venda en los ojos...
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El sol resplandecía... ¿Será que vendrán cosas buenas? Tal vez, algunas citas románticas bajo los árboles y disfrutar de la hermosa y cálida temporada.
Los días soleados o fríos...o una combinación de estaciones te motivan a hacer grandes cosas. La vida te regala momentos y sensaciones inolvidables que uno piensa que no es real el suceso.
Además que...
Todo aquí puede dar una vuelta de 360 grados.
—Se-Seojunie...Mgh—gime
Lo toma entre sus brazos el cuerpo desnudó de aquel hombre ante sus ojos. La cercanía de sus labios lo tenían loco y sin dudarlo los apego a los suyos. Esa suavidad y fuerza de llevarlo con él hasta el siguiente clímax con tan solo probar, nuevamente, el dulce vino que recorría en su lengua del pelinegro; quien entrecorta sus besos por sentir cada estocada que Seojun le adentraba con amor una y otra vez.
—Espera, solo una más...A-Ah—responde con jadeos.
La cama donde se encontraban no era del todo cómoda para sus actos de pasión, no obstante, debieron conformarse. También, por la cual el de cabellos pardo oscuro; se inclina un poco más hacia el cuerpo del menor y lo rodea para cargar a Suho por sus glúteos formidables y suaves al toque, provocando una ráfaga placentera en aquella tocada; a la vez que jadeaba sin parar mientras acariciaba y sostenía con dificultad el cuello desnudo del mayor.
El falo de Seojun aún incrustado en su interior, opta por abrazarlo más y sentirlo más profundo en la nueva postura, luego desliza sus dedos por la espalda; araña con descuido y da una leve mordida por la debilidad de sus dientes a la espalda de su Seojun.
—Estupido...ah—encuentra su cuello y lo llena de besos duros—delicious
—Mm...hey, eso d-duele—expresa aún excitado.
Entre besos y pequeñas lamidas—A mi me parece que lo disfru-
Tomó delicadamente la pequeña cintura del menor, lo empujó hasta lo más profundo para llegar a ese punto dulce que amaban sentir. Las estocadas, una tras otra, no paraban y del cansancio; recurrió al escritorio que se encontraba frente a sus narices para continuar recorriendo con sus propios dedos la piel de su Osito.
Sus bocas saciaban de deseo, uno contra el otro, por probar sus labios esponjosos de cereza que empalaron por las primeras muestras de amor.
Seojun no resistió de solo observar su boquita y admirar la bella expresión que fabrica la excitación de sus caricias, por lo que atrapa la iniciativa y se ajusta a sus labios con un breve juego sucio con ellos, hasta que sus lenguas se encontraron de forma feroz. Dentro se dictaba todo el sentimiento guardado de meses, días y semanas que no pudieron verse cara a cara con dulzura y amor.