El amor es un camino que te lleva a situaciones vergonzosas, a veces te ciega tan profundo que puedes confundir la amistad con el amor y a la vez destruirte a ti o a alguien más. Lee Suho fue uno de ellos, quien siempre llevaba una venda en los ojos...
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Cada día que pasa, se les compara como una bomba del tiempo, ya que los días de cualquier individuo puede que sean felices, tristes o agotadores; dicho esto no son visibles en ellos, la cual no hay nadie que los apoye o esté junto a ellos para mantenerlos o alejarlos de sentirse de esa manera, y todas esas emociones terminan en esfumarse dentro de uno al finalizar un día. En algún momento podrían estallar, por la presión o falta de ellos.
A raíz de esto, los humanos viven con preocupación y caos en su interior, nadie es feliz siempre, y algunos van pensando en si mismos; vivir y reinar en su propio mundo o a otros, capaces de cambiar su vida al siguiente rumbo o quedarse en la misma miseria.
Los sentimientos de una persona no pueden solo guardarse y quedarse ahí dentro de nuestro ser como si fuera algo sencillo mantenerlo. Ahí las personas tienen las mismas opciones; sigues o te rindes, cambias o no lo haces, hablas o no. Sin embargo, hay iniciativas correctas o estúpidas, que puedan o no dañar a alguien o uno mismo. A que tener valentía para emprender.
Y es por eso que Seojun toma esta decisión de no quedarse atrás y de abrir sus labios de una maldita vez, todo lo guardado por esos largos años. No lo pensó ni dos veces las consecuencias que podrían ocurrir.
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—Eres tú la causa principal de mis actitudes.. Eres la euforia de mis días grises... eres siempre la luz que me guía a una salida —dijo el mayor mirándole a los ojos tiernamente al menor.
Suho no tenía idea de lo que estaba ocurriendo en estos momentos, lo único que su pequeña cabecita podría entender es que es una confesión de parte de Seojun; una confesión que en mil posibilidades o imaginaciones podría haber ocurrido. De ser para él extraño verlo de esta manera, además de descubrir emociones nuevas dentro de él que le hacía solo preguntarse. ¿Por qué tiemblo antes sus palabras? ¿Es por miedo? ¿Miedo, a que? No sé la razón de mis lágrimas caer en cada palabra que dice.
Su pequeño corazón estaba muy confundido al latir como un cronómetro sin control; late y late, es lo que está consciente.
— Y-yo... Seojun... y-yo — tartamudeo el menor
A pocos centímetros de su boca, Seojun se acerca y aferrada más y más a él y cuando está a punto de tocar esos labios rojizos, se oye un llamado y por ello Suho lo empuja.
—Cariño, ya tengo todo listo ¿nos vamos? —dijo la castaña
—S-si — respondió
Se seca las pocas lágrimas que soltó sus ojos al cristalizarse en esos momentos.
—Nos vemos Seojun— menciona Jugyeong sacudiendo su mano
Suho no se despidió, volteó y se aferró a Jugyeong, pero en segundos lo miró de reojo con una cara pálida y volteo nuevamente. Seojun, le nació un impulso de obtener y proteger lo que le pertenece, una actitud realmente egoísta, por lo que dejó de pensar en que es correcto o no y ciegamente actuó en ese mismo momento.
