Avery.

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No puedo creer lo que me está pasando.
Es la primera vez que sueño con este chico que vuelca mi sentidos y los maneja a su antojo.
Me muevo un poco de la cama, pero los recuerdos viene a mí en forma de jadeos, suspiros y palabras bonitas. Joder. ¿qué he hecho?
Al girar un poco mi cabeza, me le encuentro, tan tan dormido, que me dan ganas de besarle la nariz y taparle, pero intento no molestarle. Así que, me levanto y estiro un poco el lado de mi cama. Esta vez no voy a huir. Ya no tengo miedo.

Voy a la cocina, y me preparo la primera cosa de la mañana, que me asiente bien en el estómago, me hago unas tostadas con leche y colacao.
Al poner el tostador a calentar y colocar las tostadas, no puedo volver a  la noche de anoche. Menuda noche.
Me hizo sentir tan yo... era tan caliente y valiente. Que ahora me miro a la cara en el espejo y me ruborizo de la vergüenza. Lo he hecho con el hombre más sexy de la universidad. Estoy loca de amor por este chico.

El olor a medio quemado me saca de mis cavilaciones y me hace retirar rápido y justo  a tiempo las tostadas, para un buen desayuno.
Al darme la vuelta, e ir a por la leche, me paro un momento en el espejo de la cocina y me observo con exactitud y me doy cuenta. Las manchas del cuello.
Carson, voy a matarte. Me ha hecho como que 4 chupetones... pero joder recuerdo su lengua en mi cuello y me fallan las rodillas. Ay dios.

Me preparo la leche, desayuno, y lo meto todo en el lavavajillas.
Voy otra vez a la habitación y me tumbo, y solo puedo mirarle, es tan bonito, y le quiero tanto.
Cuando abre un ojo y me ve, me intento ir, pero el me agarra del brazo y tira de mí hacia él y caigo encima, pero me pongo cómoda y me siento a horcajadas de él, pongo mis rodillas alrededor de su cintura.

—Buenos días Carson.
—¿Ya has desayunado?
—Sí, tenía hambre— me miró como para encontrar algo en mí que no sabía que era, pero lo ignoré.
—Parece que nuestra relación ha cambiado amor, no nos estamos matando por  cada rincón.

Amor... acaba de llamarme amor. Nunca nadie me llamaba así, pero él tenía que hacerlo. Joder. Me encantaba como le sonaba de esos labios tan perfectos, así que le correspondí besándolo.

El cogió mi cara entre sus manos y profundizó el beso y mi cabeza ya no razonaba. Joder era pura electricidad carnal, lo nuestro.

Necesite parar, porque sino estaría todo el día besándolo y babeando por él.
Me cogió de la cintura, se levantó y volvió a besarme, joder ¿Cómo iba a parar yo esto?
Sus labios fueron  directos a los chupetones de anoche y sentí  un leve picor, pero se me olvidó, cuando pasó su lengua por mi garganta y joder, estaba tan mojada en cuestión de segundos. ¿Como se puede ser tan bueno?
—Ahh.. Carson. Por favor. No pares.

Me cogió del pelo y me hizo mirarle, su mirada estaba tan oscurecida, le miré con pena por la falta de contacto.
—Tenemos que parar ahora. Sino te tendría  atada a esta cama las 12 horas restantes. Y alguien se preguntaría qué dónde estás. Y no me gustaría dar explicaciones, ni compartirte. Así que...

Me volvió a besar con locura y deseo, chocando nuestra bocas y jadeando y me apretó contra él para que notase lo que me iba a perder. Joder. Tuve que hacer de todo mi autocontrol para salir de esa  cama y esas sábanas tan ardientes que me quemaban la piel. 

Electricidad carnal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora