Al dia siguiente.

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Al abrir mis ojos, percibo que no estoy en mi cama, que no es tan mullida ni tiene ningún cojín por debajo de mis pies, que las sábanas están desechas y arrugadas y que tengo mucho calor y rápido averiguo porque. No puede ser...
He dormido junto a... él. Ahora mismo tiene su cabeza en mi tripa y respira con toda la tranquilidad que le otorgo. No puede ser.
Tengo la boca seca, necesito agua, aire y levantarme y mover mis piernas, reaccionar.
Asique retiró suavemente su cabeza y veo que son las 6:30 de la mañana y que parece que he dormido como nunca en dos semanas, creo que ya sé porque ha sido.
Voy hacia la cocina y rebusco entre la pésima luz que otorgan las ventanas un vaso para el agua en algún cajón, por fin tengo un poco de suerte y me lo lleno y me lo bebo de un trago y así hasta dos. Lo dejo en la mesa y me voy al baño, me encierro.
Enciendo la luz y me siento en la tapa del vàter, ¿cómo hemos llegado a esto? Tan rapido.
Me levanto y me miro al espejo, y veo mis labios hinchados y mi cara adormecida aunque tranquila, y sé que no hicimos nada pero ha sido un cambio desgarrador. Ni si quiera podré mirarle a la cara. O alomejor si.
Me voy a la habitación, cojo mi ropa, me visto y me permito deleitar su figura unos segundos antes de taparle bien con la sábana y marcharme como una cobarde.
Así sin mas. Me voy, aunque sé que esto no quedará así.

Electricidad carnal. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora