Los Discapacitados (segunda parte)

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Ojos dudosos me miran, están despertando de un sueño confuso, ¿cómo es que llegaron ahí arriba? no tienen idea, pero están bajo mi control, sus manos están envueltas en pedazos de tela, sus extremidades están separadas, están lejos el uno del otro, la puerta esta bloqueada, al parecer lo tengo todo calculado.


— ¿Qué te pasa querido? ¿tienes frío?— Claramente estaba siendo sarcástica, claramente quería molestarlo. Iba a pagar por todo.


— ¡¡¡¡Jajajaja!!! ¡Eres magnifica! Estoy muy impresionado querida, eres increíble, en unos cuantos días te haz vuelto muy fuerte, quisiera aplaudirte pero mírame, estoy atado de manos—  Shio reía genuinamente, no alardeaba, en verdad estaba siendo honesto, pero cuando dijo días, sentí mi pecho hundirse.


—¿Cuántos DÍAS llevo aquí— trate de parecer calmada, obviamente no lo estaba, remarque la palabra días. 


— Quisiera decírtelo pero no puedo contarlos, necesito mis dedos— Su decencia al sarcasmo merecía un golpe, estaba haciéndome enojar de nuevo. 


— Si no puedes recordar algo tan sencillo, tal vez puedas decirme que es lo que hago aquí— estaba sentada en la misma especia de cama donde desperté, cruzando las piernas, tratando de lucir relajada. 


La expresión del rostro de Shio cambió, al parecer no quería hablar al respecto.


— Al parecer te crees muy lista niña tonta— una voz de mujer sonó entre ellos. Una voz que se burlaba de mi.


— Déjame decirte que hasta ahora creía estar rodeada de hombres— sin mirar a nadie en particular solté mis palabras. 


Escuché a uno de ellos reír entre dientes, y susurros que no entendía. 


— ¿Alguno de ustedes va a hablar? ¿Alguno tiene el valor para decirme qué hago aquí?— Estaba retándolos... ¿en que momento me convertí en esa clase de persona? 


Permanecimos en silencio unos minutos, nadie decía nada, y todos se miraban, no sabía que hacer, creía ser experta pero al parecer nadie compartía mi logro y se mantuvieron en silencio. Levantándome caminé para ver todo lo que estaba a mi alrededor, creo que había perdido el asco o el miedo a ver partes humanas, había pasado mi vida en hospitales y los últimos días habían sido tan particulares que no sentía incomodidad de estar en medio de todo esto. 


Brazos humanos y brazos robóticos, tecnología y humanos, todo se volvió uno en un instante que verlos separados por partes ya no era inusual, la humanidad se había corrompido tanto en tan poco tiempo que a cualquier cosa le rendían homenaje, había aparecido cultos a los androides y toda clase de tecnología, personas que adoraban a la tecnología y le rendían sus vidas. Entre ellos estaban los PAF, era de los mas grandes cultos religiosos a la tecnología, los más inteligentes se encontraban entre ellos, los ricos que vivían rodeados de la tecnología, jóvenes que no podían pasar instantes sin teléfonos digitales, esas cosas que se instalaban en las manos, horribles y dolorosas cirugías para tener un teléfono dentro de tu mano y poder hacer aparecer una pantalla de tu palma para hablar con tu mejor amigo que estaba a tres metros de distancia, radares instalados en los ojos para deducir quien te mentía, operaciones grotescas en manos y ojos para lograr un mejor uso de la tecnología, eran personas vacías a mi parecer, dependientes y con gran temor, como todos algunas vez, pero estos lo llevaron al extremo, adorando a quien no puede escucharlos, productos de sus manos, idiotas.

La sonrisa de AyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora