El Enviado

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— ¡Basta, suéltalo!—

Entre gritos y golpes que tratan de detenerme, no puedo soltar a Shio quien también lucha por su vida.


Sentía una gran fuerza saliendo de mis brazos, lo único que quería era que saliera de mi. Shio puso sus manos entre las mías tratando de liberarse, pero era imposible lograrlo, dos de sus amigos estaban tratando de hacer lo mismo, arrojaban cosas en mi espalda para debilitarme pero era inútil mi cuerpo se había hecho una especie de roca. no tardaron los demás en unirse para liberar a Shio de mis manos, pero todos sus esfuerzos eran en vano, el tiempo se les terminaba y Shio luchaba por su vida, sus ojos estaban llenándose de sangre y su cara se tornaba en color rojo, me miraba desesperado, y pataleaba para deshacerse de mi pero no lograba moverme un centímetro. De repente las luces de la habitación se tornaron rojas y un frío de muerte la llenaba, mi cuerpo se contuvo por un momento y mis manos perdieron fuerza, Shio logro sentir ese momento de debilidad y con un impulso de energía puso sus piernas en mi pecho para lanzarme de un empujón.


Tocia y jadeaba para recuperar el aliento, permaneció tirado en el piso por mucho tiempo, yo solo sentía mi cuerpo debilitarse cada vez mas, como si fuera a desmayarme de nuevo, Shio hizo una señal para que apagaran esas luces y como acto de magia la temperatura volvía a la normalidad.


Cuando me dí cuenta de lo que había hecho, miré mis manos y salí de la habitación para dirigirme hacía el túnel, mi primera reacción era correr hacía afuera pero tenía miedo de colapsar por el aroma o el calor que me hizo perder el conocimiento por días, me detuve un instante en el pasillo y al final antes de llegar a la puerta que lleva al exterior vi un pasillo que giraba a la izquierda, sin pensarlo dos veces seguí en esa dirección.


Tenia miedo de mi misma, por instantes veía la cara de Shio y el dolor que estaba sufriendo en ese momento me desesperaba, después vi la cara del Alto que iba conmigo cuando escapábamos de ellos y como terminó desecho por la caída que sufrió, mi mente iba hacia atrás hasta el momento cuando llegué a la reja y vi a los hombres en el piso agonizando por el dolor de los golpes que los Altos de seguridad les daban para contenerlos, y entre mis recuerdos esta Koji, la última vez que estuvimos juntos... aún siento como el pecho se hunde y un dolor profundo me hace tambalearme, es algo que jamas dejaré de sentir, fue mi culpa, si tan solo hubiera estado ahí en ese momento seguro hubiera evitado que desapareciera.


Todo mi cuerpo se descontrola, quiero llorar pero al mismo tiempo me siento vacía, no quiero perder el control de nuevo, solo quiero volver a casa.


El pasillo se termina y una puerta esta a la derecha, pienso que será otro pasillo pero esta puerta me lleva a un jardín, un aire fresco llena mi cara, es indescriptible, un pasto tan verde unos pocos arboles alrededor, un lago a la derecha, es suficientemente grande para tener patos andando por ahí, flores adornan el lugar, y parece ser que es interminable, ¿cómo un lugar así puede existir cuando arriba solo hay desierto?


La puerta se cerro detrás de mi, creo que mi impulso me guió a dentro, miró alrededor, no hay belleza para describir el lugar, parece que el cielo nunca había sido tan azul, es tan alto, se ve tan lejano, pero las nubes son tan grandes que parece que puedes tocarlas, es como si pudieras alzar tu mano y tomar un pedazo de algodón sin esforzarte.


Fue indescriptible la calma que sentí en ese momento, como si todo en mi se hubiera borrado al momento de entrar, no había tristeza o dolor, pero tampoco sentía alegría, estaba en paz, y no me angustiaba sentirla. Camine hacía el lago quería sentir el agua en mis manos, no se cuantos días habían pasado desde que salí con Shio a comer algo para después solo comer esos panes que alguien mas salia a conseguir. Me senté a la orilla y con toda la calma mecía mi mano dentro del agua, era fresca, no fría, no caliente, estaba perfecta y el cielo la pintaba de un azul profundo que a la vez la hacía cristalina.

La sonrisa de AyraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora