Mil vainas de loto

Capítulo 7: El cantar de los lirios. Parte 2

¿Por qué estaría bromeando? Bueno, Jiang Cheng lo conocía y sabía que podría hacer lo que sea con tal de salirse con la suya, así sea sólo para burlarse de él, pero este no era el caso. Wei Ying estaba muy decidido y confiaba en su plan.

Le costó un poco convencer a las señoritas para que lo ayudaran, pero fue amable y simpático, cosa que pareció hacerlas entrar en confianza a pesar de sus extraños pedidos. Volvió a recordarles que les pagaría por todas las molestias que estaba causando, pero también les aseguró que resolvería este asunto del fantasma asesino que les causaba problemas. Ellas lo ayudaron en ese caso, tal vez porque muchas opciones más no les quedaban. A-Jing fue quien estuvo más dispuesta a colaborar y no lo juzgó por el plan que se le ocurrió.

Tuvo que esforzarse para no reírse cuando vio la cara de Jiang Cheng al regresar al salón donde lo estaba esperando. Casi tuvo ganas de acercarse hasta él y cerrarle la boca para que no le entren moscas, pero se contuvo.

—¿Me veo bonita? —preguntó dando una vuelta para que Jiang Cheng lo observara.

—El señor de hecho se ve muy bien —aseguró A-Jing sonriendo—, podría ser una de nuestras hermanas.

Y vaya que sí. Wei Ying se había visto en un espejo antes de salir del cuarto luego que terminaron de prepararlo y las chicas hicieron un gran trabajo.

Habían conseguido una túnica roja que encajó muy bien en su cuerpo, la cual tenían bordados muy delicados y unas mangas muy largas que bailaban cada vez que se movía mientras que la túnica blanca que traía debajo se hacía visible con cada paso que daba. La tela se ajustaba a su cintura y la falda caía con gracia hasta el piso. Era una ropa cómoda, más de lo que imaginó. Lo que no era muy agradable de llevar eran los adornos que las mujeres colocaron en su cabello recogido.

Batió sus pestañas rápidamente mientras miraba a su shidi y luego sonrió con sus labios pintados de carmín. Las mujeres no lo maquillaron demasiado, pero sí se encargaron de resaltar sus rasgos y agregar una suave línea roja marcando la línea de sus pestañas.

En su opinión, había quedado bastante bien y podría pasar por una señorita.

—Lo sé, soy una diosa —mencionó Wei Ying altanero mientras colocaba un mechón de cabello detrás de su oreja y luego reía.

Sentía que podría ser fácil fingir, ahora sólo necesitaba que la otra parte cooperara.

—No pienso participar en esto —sentenció Jiang Cheng y se levantó como si estuviera dispuesto a marcharse. Wei Ying al verlo, enseguida lo alcanzó y lo tomó del brazo.

—¡Espera, espera! ¡Ni siquiera oíste mi plan!

—¡No quiero oírlo!

—¡Pero es genial! En serio, sólo escucha —aseguró intentando captar su atención—. Si el fantasma destruye a la gente pecaminosa, sólo tenemos que fingir serlo y ya será nuestro.

En su mente, eso tenía mucho sentido, pero el rostro horrorizado de su antiguo shidi no pareció opinar lo mismo.

—¡¿Enloqueciste?! —gritó agitando el brazo para que Wei Ying lo suelte—. No pienso seguirte en algo tan ridículo.

—Vamos, Jiang Cheng —insistió y al instante se cruzó de brazos—. No me digas que no quieres hacerlo porque te da pena que te vean con una hermosa señorita como yo. No tienes por qué, tampoco estás mal, eres muy guapo.

—¡Ni siquiera eres mujer!

—Soy omega, tú un alfa, ¿qué importa? Es sólo apariencia.

—Eres un ser despreciable y maligno.