03/11/2021
Créditos al autor (a): Hernan NaruSaku
«I need some sleep
It can't go on like this
I tried counting sheep
But there's one I always miss
Everyone says I'm getting down too low
Everyone says, "You just got to let it go"
You just got to let it go
You just got to let it go»
La lluvia mojaba su capa, pero no a él. El día estaba tormentoso y los truenos rugian alaridos profundos; los rayos gruñían en la zona. Pronto anochecería, una pena no poder ver las estrellas por las densas nubes. El dolor que sentía en el corazón se desvanecía paulatinamente cuando iba a su encuentro. La garla era lo de menos, porque cuando hay amor y la pasión te consume las palabras siempre están de más. Al llegar al borde del acantilado pudo ver un atisbo del techo de la cabaña entre el profuso follaje del bosque, donde ella lo estaría esperando. Dio un salto para bajar; el viento golpeaba su cara y su cuerpo emitía un silbido por la fricción con el aire. Era sencillo para él, había visto y hecho cosas más difíciles en su primer examen Chuunin.
Atravesó el bosque. Al arribar, vio que la tormenta era tan fuerte que había volado la mitad del techo. Se apresuró a ver si ella se encontraba dentro y estaba bien. Al entrar, la vio encima de la cama...su pequeños pechos, sus suaves y fuertes caderas, blanca inmaculada; sus ojos de jade lo veían con deseo y dulzura. Se había refugiado en la parte en la que el techo aún estaba intacto.
—La tormenta pronto pasará, Cabellos de Sol —. Apenas escuchó lo que ella dijo, estaba preocupado por su bienestar.
—¿Te encuentras bien, Flor de Cerezo? —Inquirió
—Perfectamente. Preparada para recibirte.
Ella tenía razón, como siempre. La tormenta estaba pasando. Decidió apresurarlo, así que hizo un clon e hizo un Rasen Shuriken que arrojó al cielo y pronto las nubes se fueron. Viró al cielo y vio que la noche ya había cubierto al cielo como una manta. Las estrellas refulgían brillantes y la luna destacaba con su blanca luz.
—Ven a mí —, dijo ella. Y él fue. Se quitó la molesta ropa y fue hasta la cama.
Entró en ella, la suavidad de las páredes y la humedad se ajustaban a él perfectamente. Debajo de las estrellas y la galaxia el acto de amor siempre parecía más dulce cuando era ella la que estaba con él.
—El Sol siempre hace que las flores de cerezo sean más hermosas. Él siempre debe estar detrás para que las flores brillen más.
—Hermosas palabras, ojalá siempre fuera así.
—Ese día en la luna...debí ir a otra dirección y gritarte mis sentimientos. Haré algo para que, de ahora en adelante, quien esté en mi casa al llegar seas tú.
—También lo prometo. Un poco más de tiempo no nos matará
¿FIN?