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—¿Entonces estamos yendo a la casa del chico de la otra vez? —preguntó Namjoon luego de que su menor le dijera el nombre de la dirección a donde debían ir.

—Sí.. Es que se olvidó las banditas en el auto —rió nervioso mientras mostraba la tira de curitas que traía en la mano, a lo que Namjoon lo miró serio sin creerse su excusa por completo.

—Ajá, y por supuesto que esas blanditas de hello kitty, que estoy casi seguro de haberlas visto puestas en ti más de una vez, no son tuyas —arqueó una ceja mirando inquisitivamente al idol.

—Bueno sí, solo lo veré una vez...

El auto siguió avanzando luego de aquella respuesta, aún quedaban unos minutos antes de llegar a su destino. Las casas que al momento de salir eran grandes y lujosas, estas comenzaron a cambiar su fachada e ir haciéndose más pequeñas cada vez. Estaban entrado en un barrio un tanto lejos de la ciudad, un poco peligroso también a decir verdad. Jimin por un momento tuvo miedo de que lo reconocieran y pudieran hacerles algo, hoy estaba solo con Namjoon, sin guardaespaldas ni nada. Se sintió un tonto por un momento, yendo a ver a alguien que en ningún momento parecía haber demostrado interés poniendo su seguridad y la de su amigo en peligro y solo porque había quedado flechado

Tomó la manga de la camiseta de su chofer sin jalarlo realmente, solo un poco para llamar su atención, la cual logró, pues recibió un movimiento de cabeza indicando que prosiga.

—Mejor regresemos...

—Ya casi estamos por llegar, ¿por qué quieres regresar ahora?

—No me siento seguro de esto... Parezco una molestia insistiendo tanto, esperando sus mensajes y ahora yendo hasta su casa... Regresemos, sí, será lo mejor.

Namjoon paró el auto exactamente dos cuadras antes de la casa del castaño, solo faltaba girar de la esquina a la derecha y ya estarían allí. Con el auto detenido y Namjoon sin saber qué hacer ahora, Jimin parecía haberse quedado sumido en sus pensamientos, tratando de decidir qué es lo que debía hacer, y si el ser tan perseverante con el chico era algo que valía la pena.

—Lo malo de la duda es que nos deja con el sabor amargo de '¿qué hubiera sido si..?' —escuchó el rubio y volteó a verlo, reflexionando en lo que acababa de decir—. Ya casi estamos ahí, ¿no es mejor que lo intentes de una vez por todas Mimi?

Pareció pensarlo un rato más, pero en el fondo sabía que no tenía razón para que dude tanto. A su mente vinieron los recuerdos de aquel día en el que lo conoció, su carita concentrada limpiando su parabrisas y lo bien que sonaba su canción en los labios de aquel chico...

—Tienes razón Namu, no quiero arrepentirme nunca de no haberlo intentado. Vamos —sentenció.

Las ruedas del auto volvieron a girar y siguieron el viaje. Giraron la esquina y ahí estaban, a tan solo una cuadra del departamento del chico cuya dulce voz había quedado impregnada en los oídos del cantante.

—¿Ese que está ahí parado no es Jungkook? —preguntó el de cabello gris una vez estuvieron cerca y en cuanto visualizó a dos personas paradas frente al edificio con unas cajas al lado.

En cuanto el auto frenó frente a estos, no dudó ni un segundo en bajar y esta vez no habría nadie que impidiera o retrasara eso.

—¿Jeon Jungkook? —preguntó el rubio a sus espaldas, nervioso.

Pero lo que Jimin no esperaba al llamarlo era que su chico de ojos bonitos ahora los tuviera rojos y con lágrimas traicioneras cayendo de estos mientras traía de la mano a un pequeño niño que miraba preocupado al más alto y sin saber qué hacer, también al borde del llanto.

Daydreamer [kookmin au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora