Jodida hasta la tambora (+18)

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El senador Arlet había roto con su prometida Annie Leonhart. Era la mujer que más amaba en su vida y también el inicio de su perdición. Bebió esa noche como un loco, perdió la racionalidad, no hubo nadie en aquel momento que lo aconsejara y él se echó  a perder.
Un hombre ebrio y con el corazón roto conduciendo a toda velocidad por la carretera y ahí estaba (...), una desgraciada infeliz inmigrante en proceso de divorcio que no tenía la culpa de la desgracia de Arlet,  pero infortunadamente se encontraba en el lugar equivocado, la atropelló de espalda y le rompió la columna.

Cuando (...) despertó en la cama de aquel hospital  después de varios días inconsciente, no sintió nada hasta escuchar la sentencia del doctor, de por sí la chica estaba jodida, lo único que lamentaba más que el diagnóstico era que Arlet no la hubiera matado en aquella carretera. Hubiera preferido morir ahí y no quedarse en una silla de ruedas para siempre.

—Por favor señorita, le ruego que se calme. No todo está perdido, con una operación y terapia existe la probabilidad de que vuelva a caminar.

(...) ocultaba el rostro  de lágrimas con su brazo. No quería ver a Arlet porque sin conocerlo ya lo odiaba.  Aún así, su lado bondadoso quería  mirarlo y decirle: Está  bien, tuviste un mal día, yo te perdono. Pero no, su humanidad no la dejó, sintió rabia de su destino y deseó rabiosa de que él se muriera junto con ella.

Todos lo sabían, si se esparcía la noticia de que el senador Arlet en estado de embriaguez había atropellado a una pobre mujer sentenciándola a una silla de ruedas con no tan altas posibilidades de volver a caminar, quedaría muy mal parado. Fue ahí entonces cuando llegaron los salvadores de Arlet: El generalísimo Eren Jaeger, alto general y mejor amigo de Arlet hizo acto de presencia junto con Mikasa Ackerman, Coronel.

—Escuche—Habló Jaeger—Nos haremos cargo de todos los gastos, de la operación y de todo su tratamiento, le prometo también que se le dará una excelente compensación, sólo si no lleva el caso ante los tribunales.

—Era de esperarse—Habló con resentimiento—Así el senador Arlet volverá a dejar inválida a otro inocente transeúnte.

—No sea tan exagerada—Expresó Mikasa—Se le va a dar todo lo que necesite  y más.

—¡Oh discúlpeme!—Exclamó la joven en la cama—Tiene usted toda la razón—Prosiguió con sarcasmo—Es tan casual que lo atropellen y le rompan la columna, me pasa todos los días, ¿Y a usted, señora Ackerman? ¿Ya le rompieron la columna?

Mikasa lo supo en aquel instante, era mejor deshacerse de ella a  tenerla como un riesgoso estorbo durante un largo tiempo, pero no era tan desgraciada, se compadeció de la inválida y estuvo de acuerdo con todo lo planteado.

El acuerdo se llevó a cabo en presencia de abogados, fue digno de ver. (...) aprovechó al máximo su trágica situación. Dejó que pagaran la operación de la columna y por supuesto que se hicieran cargo de todo lo demás. Aún después de operarla la joven debía permanecer postrada en una silla de ruedas, recibiendo terapia hasta que pudiera utilizar unas muletas y quizás volver a caminar. Durante todo el proceso Jaeger y Arlet estuvieron siempre presente aunque este último tuviera mucho compromiso siempre estaba al tanto gracias a su amigo, en el fondo la culpa lo mataba.

Una parte de la compensación incluía una nueva casa como obsequio. Cuando llegaron la joven miró el enorme lugar.

—La conseguimos del banco por un buen precio.—Habló Jaeger.

—Déjeme  adivinar. ¿Antecedentes de fantasmas?

—Así es, pero supongo que no creerá usted en tremendas tonterías.

—Pues déjeme decirle que su suposición es incorrecta, ¡Claro que creo! Y no me viene bien la idea de quedarme en una casa tan grande con la presencia de un demonio que me quiera llevar al infierno, aunque si hay otro infierno aparte de este debo decir que nací destinada a estar jodida.

Escenarios 2 (Eren Jaeger X Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora