--- TUS PENSAMIENTOS ---

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A pesar de llevarse conociendo media vida, Kagome y Sesshomaru sólo parecían estar hechos para pelear el uno contra el otro. Pero eso era sólo una simple apariencia.

Cuando los Taisho se establecieron en Tokyo, nunca imaginaron que su destino amoroso estaba sellado. Izayoi la esposa del magnate Tōga Taisho era quien se hacía cargo de la educación de sus hijos y entre sus enseñanzas consideraba correcto guiarles adecuadamente en su vida espiritual, por ello cada semana sin falta llevaba al templo Higurashi a sus pequeños.

Fue así como la constante interacción de las familias comenzó a fluir, creando un lazo de amistad no solo por parte de los adultos sino también de los pequeños que ahora habían crecido y algunos eran más que amigos.

El primero en dar pasos hacia al amor fue Inuyasha, el menor de los Taisho quien desde el momento que vio a Kikyo sentada en los jardines del templo sintió que su corazón se encendía como si tuviera mil fuegos en su interior, conforme pasaron las temporadas en su vida supo que era ella la mujer de la cual estaría por siempre enamorado. Cuando su grupo de amigos se enteraron que la pelinegra le había dado el sí, quedaron sorprendidos pues eran muy distintos el uno del otro, pero las apariencias suelen engañar.

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Con el transcurrir del tiempo y los cambios en la vida de sus jóvenes hijos Izayoi pensó que al igual que Inuyasha, Sesshomaru dejaría de acompañarla al templo Higurashi, pues la vida adulta y sus implicaciones no siempre podían hacer compaginar la presencia de ellos en sus actividades. Pesé a lo ocupado que pudiera parecer, Sesshomaru siempre tenía ese tiempo para ir a aquel santuario.

Las visitas al templo, regularmente terminaban con unas tazas de té entre Izayoi , el abuelo y Naomi, madre de Kagome. Por su parte Sesshomaru se apartaba a contemplar la vista desde las escalinatas.

--- Me alegra contar con tu presencia  Izayoi, por supuesto también la de Sesshomaru- Kun.

--- A nosotros también nos agrada venir querida Naomi. ¿Por cierto donde está la pequeña Kagome?

--- ¿No te lo imaginas?

Soltó riendo un poco la de cabellos castaños, mientras tomaba un gran sorbo de té.

--- ¿Crees que alguno de ellos se haya dado cuenta ya de sus propios sentimientos?

--- De eso estoy segura pero la pregunta es ¿quién dará el primer paso? , ambos son tan orgullosos en ese aspecto.

--- Vamos, vamos, no se preocupen ustedes por eso, algo me dice que ese momento está más cerca de lo que ustedes esperan.

El abuelo de Kagome deseaba al igual que aquellas dos madres, que su nieta y el joven de ojos ámbar se decidieran a dar el paso siguiente, y aunque ya hasta tenía preparado un discurso al respecto no lo demostraba.

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Las tardes de otoño eran hermosas, con cielos azules y muy pocas nubes. El viento movía las hojas de momiji en el santuario, dejandolas por aquí y por allá.

El crujir de algunas de ellas alertaron al peliplata de que ella se acercaba, pero aún seguía con la mirada puesta en lo que pronto sería una maravillosa puesta de sol.

Por su parte una nerviosa pero valiente Kagome había puesto en marcha el plan que junto a Sango habían hecho.

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--- ¿Estás segura de eso Kagome?

--- No tengo duda

--- Es que no puedo creerlo, pensé que tú tipo era más como Kōga o Bankotsu. Cualquiera de ellos, menos él.

Polvo de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora