Aquella tarde de invierno Irasue recibió la invitación de su hijo quien hacía tiempo vivía solamente con su padre, de ir a tomar un té.
Quizás quería disculparse por esa frialdad con la que la trato la ultima vez y esta era su manera de hacerlo.
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:Cuando Sesshomaru estacionó su auto afuera de un pintoresco establecimiento, Irasue comenzó a prestar atención a cada detalle, " pues las imágenes valen mas que mil palabras".
Era un sitio acogedor, casi hogareño, atendido con dedicación y esmero. El sabor de su té de camelia era excepcional, Sesshomaru siempre había tenido un buen gusto.
--- Veo que tus gustos han cobrado una nueva dimensión y profundidad.
Soltó la peliplata mayor mientras daba un sorbo a su té.
--- No sé a que puedas referirte.
Contesto con sobriedad el de ojos ámbar mientras su vista pasaba rápidamente sobre la joven que atendía aquel pequeño establecimiento.
--- No es necesario que ahondemos en ese tema, pero sé que sabes a que me refiero.
La pequeña risa que emitió su madre, lo llevó rápidamente a concretar en su mente que sabía claramente porque visitaba aquel lugar tan distinto a los que acostumbraba.
Un tono rojizo coloreó su blanca tez, mientras se giraba en dirección contraria de su objetivo visual, tratando de ocultar su verdadero interés.
Como siempre la sagacidad de su madre era atinada.
La joven que era la anfitriona de aquel lugar, sin buscarlo escuchó fragmentos de esa conversación. Sonrió para si misma, satisfecha de que aquel joven que con frecuencia venía a su negocio y parecía tan solitario esbozará un poco de calor en su vida.
Kagome sin buscarlo había empezado a fijar sus ojos en alguien que compartía el mismo sentimiento.
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