Algunos podrían olvidar sus promesas y otros más seguir por su camino trazado pero Kōga aún mantenía su palabra. Y de nuevo se encontraba frente a la chica que desde el primer momento que vió lo enloqueció.
Hablándole de promesas de amor sin fecha de caducidad. A pesar del tono seguro de sus palabras presentía que una vez más seria negativa la respuesta.
La joven sacerdotisa que había regresado solo le miro sorprendida por los sentimientos que no podía corresponder. Ella misma sabía lo doloroso que era seguir esperando al ser amado.
--- Gracias Kōga- Kun.
Fue lo único que Kagome atino a decir mientras él proseguía en sus argumentos de esperanza.
--- Te he esperado y lo seguiré haciendo. Ni el pasado ,ni mi orgullo se interpondrán entre los dos.
Había pulsado el botón de dolor en su amada pelinegra. Cuando por fin ella pudo liberarse de la angustia por el hanyō terminó enlazada a quien menos espero.
El rostro de Kagome parecía haber quedado congelado, con los ojos conteniendo las lagrimas, en su mente vino la estoica figura de aquel de quien se enamoró.
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--- No entiendo tu interés por los perros, pero te diré algo -" los lobos amamos de por vida"-.
Inclinando su rostro, ella esbozo una sonrisa casi imperceptible que contrastaban con el bailoteo de sus grandes y bellos ojos azules.
Kōga quería decirle más pero sabía que así como él, ella era una humana que entregó su corazón de por vida.
--- El norte siempre te esperará.
Fue lo último que dijo el líder de la manada de lobos,que aún sabiendo de las restricciones puestas por el Lord del Oeste seguía jugandosé el todo por el todo. Ya que a pesar de que ella no tenía idea, el de ojos ámbar la vigilaba desde las sombras.
Tal vez los celos le llevarían a dejar de lado su orgullo, si con el hermano menor funcionó, con el mayor cabía la posibilidad de hacer relucir sus verdaderos sentimientos. Y lo curioso es que nuevamente estaba destinado a perder ante un "perro pulgoso", pero así es el amor, das el todo por el todo...él quería que la azabache tuviera su final feliz.
