La guerra contra Naraku había costado vidas que no pudieron ser recuperadas ni por la poderosa espada que el general perro dejó a su primogénito.
Inclusive el hilo de la vida de Inuyasha terminó uniéndose al de Kikyo en esa batalla en el monte de las ánimas.El recuento de los daños también alcanzó al grupo del orgulloso hermano del hanyō, su espada no puede salvar la vida por segunda ocasión a quien ya lo hizo antes.
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:Pero la vida tenía que continuar y fue así que sin buscarlo Kagome terminó al lado del que fue su primer amor...La convivencia no fue miel sobre hojuelas pero poco a poco parecía que fueron alineandose, hasta poder predecir el uno al otro con solo una mirada.
La batalla final contra el malvado Hanyō fue demoledora, ni el Daiyōkai más poderoso podía por si mismo enfrentarle, con la perla en su poder Naraku parecía tener todas las piezas del juego en sus manos. Más había algo con lo que no contaba y eso era un compañero que estuviera dispuesto a dar la vida por él.
Sesshomaru y Kagome se habían convertido en todo lo que uno del otro necesitaba, era la perfecta unión de dos seres que aprendieron a dar el todo por el todo en quien menos lo esperaron. Pero no fué fácil, deshacerse de aquel villano casi les arrebata la vida, pese a ello lograron salir victoriosos solo para enfrentar una nueva batalla; quizás la más dura de todas: "la batalla con uno mismo".
Después qué el pozo dejase de funcionar, cada uno fué llevado al lado de la historia al cual pertenecían. Los pensamientos les atormentaban.
Kagome incansablemente buscó cualquier pista de lo que ella conoció en el Sengoku pero nada encontró, pareciera que lo que vivió era solo un sueño que su mente creo. Con melancólico anhelo se sentaba frente al río a contemplar su imagen al lado del peliplata, solo para estirar su mano y ver qué así como las ondas en el agua distorsionaban su reflejo, ella misma hacía algo semejante con su propia realidad.
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:Incluso él había llegado a desarrollar tristeza, la vida no era igual. Había caído como su padre ante una humana y ahora sus días no contaban, pensando noche y día en lo que de ella sería.
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