Ella no había dejado de anhelarlo y él no había dejado de pensarla. Había aparecido una vez solo para volver a desaparecer.
Cuando la batalla contra Naraku finalizó y él le ayudo a salir de la prisión en que la tuvo la joya, al final la dejó partir. Tres años después regreso y él decidió nuevamente alejarse de ella.
La vida continuo, el pasado y el futuro compartían el mismo dolor, indecisión y arrepentimiento. Si solo tuvieran otra oportunidad...
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:Los años habían asentado la prudencia en Kagome, a pesar de su dolor ya no regresó al recinto que encubría el pozo después de la preparatoria. Pero aquella mañana de primavera en que vino a visitar a su abuelo, tras despedirse de él un viento fresco le recordó aquellos días que vivió en el Sengoku y sin meditarlo sus pasos la llevaron de nuevo a donde empezó su más grande aventura.
Nuevamente asomó su rostro entre los maderos viejos del ancestral pozo pensando en que solo era nostalgia lo que confundía su mente, su cabello comenzó a moverse como si fuera meneado por una brisa suave.
«Acaso es posible» su mente no estaba jugando le una nueva pasada. Era una realidad que decidió comprobar lanzándose al encuentro de la otra parte de su ser.
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:¿Qué lo había llevado de regreso a un lugar que se prometió no volver a pisar? Él lo sabía pero ahora ya no había posibilidad de remediar aquel adiós que dió al único ser que realmente amaba.
El día lo había sorprendido vagando o esperando, no sabía si realmente tenía posibilidades pero su corazón le condujo hasta el bosque que llevaba el nombre de su hermano para finalizar en un sitio que se creía cerrado . Cuando se cansó de observar hacia la profundidad del pozo, dio media vuelta y caminando parsimoniosamente se envolvió en los recuerdos que tenía de ella.
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:La hierba había crecido en el pozo, una enredadera cubría no solo con sus formas el lugar sino también con su aroma pero la azabache la uso para trepar desde aquella profundidad. Afuera ya no estaba su amigo de orejas de perro ni tampoco aquel a quien le dió su corazón pero aún así su nerviosismo se incremento.
El viento fresco aún bañaba con gotas de rocío su cuerpo, mientras a lo lejos vio una figura que se movía como si no le importará nada. No quería correr pero sus piernas cobraron voluntad propia y a pocos metros de ella, en el comienzo de la espesura del bosque él se detuvo.
Girandosé sobre sus talones el de plateada cabellera, abrió sus brazos mientras la miraba como se mirá lo más preciado, Kagome corrió al ver la reacción del que seguía siendo su único amor hasta estrellarse contra el fuerte torso de Sesshomaru.
Las palabras eran innecesarias por el momento, él la tomo en sus brazos y camino hasta un árbol que les permitió respaldarse en su base.
Los amantes se entrelazaron con un contacto protector y cálido, aquel que encuentras en el amor verdadero, escuchando sus corazones y sintiendo que su búsqueda había terminado.
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