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Yue Muzuhara fue una de las primeras hechiceras en el mundo, hace más de 1000 años, sin embargo entre los demás hechiceros, ella era conocida como una bruja al poseer más tecnicas malditas que otros hechiceros. Yue ha sido considerada u...
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Toji estaba reunido con un hombre de traje en el último piso de un edificio.
—La asociación estelar no tiene poder para luchar contra lo magos, pero sí que tenemos dinero para pagarlo, eso se lo aseguro. —le dijo el hombre a Toji— ¿Que me dices Zenin? ¿Cuánto quieres por asesinar a la vasija de la sustancia estelar?
—Ya no pertenezco a la familia Zenin, adopté el apellido de mi última mujer. Ahora soy un Fushiguro. Aceptó tu oferta, pero debo recordarte, que mi mujer no es cualquiera, vale el doble de lo que me vayas a pagar, ella puede acabar con la barrera de Tengen y entrar sin que nadie se de cuenta. —le respondió Toji mirándolo.
—Vaya, no sabía que esa hermosura era tu mujer, te envidió. Cualquiera querría tener a una mujer como esas a su lado y más si es tan poderosa. Por algo es la Diosa de las Maldiciones, de acuerdo. Esa mujer lo vale, te daré lo que quieras. —estiró su brazo para estrechar las manos con Toji.
—Tenemos un trato. —respondió Toji estrechando su mano con una sonrisa.
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Hana había mandado a lavar las colchas de la cama, estaba terminando de vestirse pues había tomado una ducha. Estaba terminando de atar sus agujetas cuando escucho un fuerte golpe aún lado, se quedó en silencio escuchando gritos y sollozos de una mujer. Salió de la habitación para dirigirse a la otra puerta, escuchando como una mujer pedía ayuda y le suplicaba aún hombre que no la lastimara.
Hana bufo molesta y pateo la puerta abriéndola tomando por sorpresa al hombre y a la mujer que estaba muy golpeada y tirada en el suelo desnuda. Hana entró y se acercó a la cama tomando la sabana para después ponérsela a la chica.
—¿¡Quien carajos eres!? —preguntó el hombre tomando del hombro a Hana.
Sin embargo Hana le tomó la mano y la pasó por arriba de su cabeza para darse la vuelta y doblarle la mano rompiéndosela provocando que el hombre gritara del dolor desesperado. Hana seguí sosteniendo su mano para al último darle una patada en el pecho tirándolo muy fuerte contra la pared.
