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Se escondieron entre la maleza, tratando de hacer el menor ruido posible, entre las hojas vieron pasar los caballos de los guardias, una vez se aseguraron de que sus perseguidores estaban lo suficientemente lejos, los chicos salieron de su escondite.

Caminaron en silencio, no querían que los guardias les escuchasen y se diesen la vuelta.

Parecía que Cal había reaccionado muy bien a la noticia y se veía completamente tranquila, pero por dentro estaba aterrada, no paraba de pensar en todo lo que le había sucedido últimamente, y en las consecuencias que podría acarrear si alguien descubriese el secreto de Seth.

A la salida del bosque, para su sorpresa, se encontraron con unos guardias, probablemente habían venido para acompañar a los que habían visto un rato antes en el bosque. "Seguro que han venido por lo que ha hecho Seth, por favor que no nos detengan" rezaba mentalmente Cal.

Uno de los guardias levantó su mano, indicándoles que parasen.

—¿De dónde venís? —preguntó, con un tono tan intimidante que hizo que todo el cuerpo de Cal temblase.

—Pues... —comenzó a decir Cal

—Estábamos en uno de los merenderos cuando de la nada salió un rayo, nos asustamos y corrimos —la interrumpió Seth —no sabíamos a donde ir y nos perdimos buscando la salida.

A Cal le impresionó la capacidad que tenía Seth para mentir, y agradeció que la hubiese interrumpido porque seguro que si hubiese hablado ella los habrían descubierto.

—¿Y qué te ha pasado en el brazo?

"Mierda" pensó Cal para sus adentros, no se habían dado cuenta de incluir la evidente herida de Seth en la historia.

—Mientras corríamos me caí sobre un zarzal, me clavé un palo y me lo quité, muy mala idea, lo sé.

El guardia los miró de arriba abajo, analizándolos, buscando algo que pudiese delatarlos, les hizo un gesto con la mano para que continuasen caminando, Cal no podía creerlo, la historia de Seth había convencido al guardia.

—¿Dónde has aprendido a mentir tan bien? —preguntó Cal cuando se hubieron alejado.

—Shh, las preguntas las contesto en casa, ve un poco más rápido.

Caminaron hasta las afueras, Cal, nunca había estado en esa zona, todo era muy distinto, las casas no eran altos y elegantes rascacielos, la mayoría eran casitas de como mucho dos plantas, la gente llevaba ropa vieja y andrajosa.

Callejearon un poco hasta llegar a uno de los pocos edificios de más de tres plantas, desde fuera parecía enorme, pero por dentro, las paredes tenían humedades y la pintura se caía, los apartamentos se aglutinaban, siendo más de seis en el mismo piso.

Entraron en uno de los apartamentos de la segunda planta, era bastante pequeño, tenía dos habitaciones, una de ellas un baño, estaba en bastante mal estado estructuralmente, aunque la estancia en sí estaba muy recogida, a excepción del sofá, que tenía una sábana y una almohada colocadas a modo de cama.

Cal observó el lugar, parecía una de esas casas abandonadas que salían en las películas de terror, a la chica le sorprendió como en un país tan avanzado como lo era Sereia pudiesen existir unos barrios tan residuales, pero lo que más le sorprendió es que los ciudadanos de Xusan no tuviesen el conocimiento de su existencia, estando en la misma ciudad.

—Sé que no será la mitad de bonito y lujoso que tu casa —se disculpó Seth —pero no tengo para más.

—Tienes razón, mi casa es más grande, pero la tuya no está tan mal —asintió Cal.

Crónicas De Alaviv 1: Buscando En El Abismo® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora