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Una vez en el palacio, la reina movilizó a sus tropas por toda la capital, encontrarían a Cal, estaba segura de ello.

Se paró frente a un enorme cuadro, en él estaban retratados un hombre robusto y de pelo canoso que posaba serio junto a sus dos hijos, uno era un chico alto, rubio y atractivo y la otra era la reina Rajni en sus años de adolescencia.

—Hermosa pintura —Izel sacó a la monarca de sus pensamientos.

—Sí, fue pocos días antes de que mi padre muriese.

—Lo lamentó.

—No te preocupes, nunca estuvimos muy unidos.

Caminó hacia una enorme estantería llena de libros, agarró uno de cubiertas viejas, que comenzaban a descascarillarse.

—Este es el diario que llevaba el rey River Moorhill durante la gran guerra, en él está escrita la verdad sobre la gran guerra.

—¿La verdad?

—Los vencedores son los que escriben la historia y puede que la maquillen un poco.

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Los guardias pusieron jaulas alrededor de toda la costa, en su interior había personas de todas las edades y complexiones cubiertas de venas negras, los guardias introdujeron una sustancia en su organismo con una jeringuilla. Los encarcelados comenzaron a retorcerse del dolor soltando gritos de agonía hasta que todo paró, se hizo el silencio y los guardias abrieron las puertas de las jaulas.

—Buscad a Cal Morris y sus compañeros sihiris —dijo uno de los guardias alzando la voz para hacerse oír —traed a todos preferiblemente vivos, ahora id a buscarlos.

Los soldados de venas negras corrieron por las calles de Xusan buscando a su objetivo, destrozando el mobiliario urbano a su paso.

Desde dentro de la casa el grupo de sihiris escuchó el barullo fuera del edificio, no tuvieron tiempo a reaccionar, ya que la puerta y parte de la pared saltaron por los aires, dejando pasar a los soldados mejorados de la reina.

Cal estaba tirada en el suelo, le pitaban los oídos y no podía enfocar la vista, pero notó como tres figuras que le resultaron familiares tiraban de ella para alejarla de allí.

Seth, Cal y Zander logrando huir, pero el resto fueron hechos prisioneros. Se alejaron corriendo, logrando llegar a lo más hondo del bosque de Nerissa, donde la luz casi no llegaba al suelo por la cantidad de árboles.

—¿Qué ha pasado? —la vista de Cal comenzaba a enfocarse.

—No lo sé —contestó un sofocado Seth.

—La reina nos ha encontrado —los chicos miraron expectantes —las cosas que nos atacaron tenían las mismas marcas negras que tenía Nesta, esos pobres deben haber sufrido lo mismo que ella.

—¿Y qué podemos hacer? —cuestionó Seth.

—Contra ellos al parecer nada, les atacamos y fue como si les hubiésemos pegado con una pluma.

—¿El resto estarán bien? —preguntó Cal en un susurro.

—No hay forma de saberlo.

Todos quedaron en silencio, el móvil de Seth vibraba, pero ninguno rompía el silencio. El chico miró la pantalla de su móvil y dijo:

—No, pero están vivos.

Giró el dispositivo para enseñarles el mensaje que había salido en la pantalla, era un cartel que anunciaba la ejecución de los prisioneros sihiri dos días más tarde.

Crónicas De Alaviv 1: Buscando En El Abismo® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora