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Salieron de la casa para llegar a la plaza central de Garin, una amplia llanura cubierta casi en su totalidad de pasto, que estaba coronada por la estatua de un hombre que sujetaba el cuerpo inerte de una joven, analizó la escultura, cruzó la mirada con el muchacho de cobre, su mirada transmitía dolor, uno tan grande que Cal sintió como se le encogía el corazón, reconoció aquel semblante, conocía a ese hombre, lo que no sabía era de qué.

La chica decidió dejar de pensar en él, distraerse y disfrutar de la velada que habían preparado para ella, el lugar estaba decorado por multitud de lámparas de papel, a su alrededor revoloteaban multitud de fitilu, dándole al prado un aura de cuento de hadas, además, formando un círculo alrededor de la estatua, había unas mesas, llenas a rebosar de platos que Cal no había visto antes, traídos por los vecinos.

Las jóvenes se quedaron solas, hasta que Dhara agarró la mano de su compañera, guiándola hasta un lugar donde unos chicos trabajaban.

—Venga, Seth, va a anochecer y no vamos a tener suficiente luz.

—Puedo hacerlo rápido, pero puede que esto se nos apague en mitad de la fiesta, anda ve, trae algo de beber.

El chico obedeció las órdenes de Seth, mascullando algo que Cal no entendió mientras se iba.

—Vaya humor, eres el alma de la fiesta —comentó Dhara.

—Se han cargado el sistema y ahora lo tengo que arreglar yo, antes de quedarnos oscuras así que dejadme tranquilo —el chico, notablemente enfadado, secó el sudor de su frente con la manga de su traje blanco —por cierto, vais muy guapas, ese vestido te favorece mucho, Cal.

Los otros chicos dijeron algo en un idioma que Cal no comprendía, pero supuso que estaban haciendo bromas y burlas dirigidas a Seth, por el tono que utilizaron, y el color rojizo que iba tomando la cara del chico, a medida que fruncía el ceño.

Bu fachib ynga kj shij, paing lapal (dejadme en paz, idiotas).

La electricidad comenzó a crepitar entre los dedos de Seth, los otros chicos decidieron dejar de incordiarle, pero se miraron entre ellos, sus ojos transmitieron el mensaje a la perfección «luego seguimos».

Seth introdujo su cabeza entre los cables, sonó un chasquido, sobresaltando a los allí presentes, el chico salió y se puso en pie, sacudiendo el polvo de su ropa.

—Ya prácticamente está arreglado —les anunció el chico —bueno, os presento a Cal, aunque supongo que ya sabréis quién es, Cal, estos son Dusan, Oryn —señaló a dos chicos, prácticamente iguales, rubios, algo más altos que Seth —y este es Ezra.

Anunció la llegada del chico que se había ido refunfuñando, esta vez de mejor humor, y con un vaso lleno de agua, que le entregó a Seth, se giró, dirigiéndose a Cal, agarrando su mano y besando sus nudillos.

—Es un placer conocer a tan bella criatura —dijo con una voz muy suave y tranquila.

—Gra...gracias —Cal estaba algo confusa por el comportamiento del chico.

—Discúlpale, habla raro aprendió tu idioma leyendo libros de romance clásicos, en vez de hacer como el resto e ir a clase —comentó Dusan.

—Bueno, ¿qué estáis haciendo? —preguntó cambiando de tema, escuchó a Dhara intentando disimular su risa detrás de ella.

—Intentamos poner a punto el sistema de luces, si lo dejamos como está ahora es probable que en un rato nos quedemos a oscuras —contestó Seth.

Dusan metió la mano en una gran bolsa de cuero, empezó a sacar herramientas, hasta que dio con lo que estaba buscando, un trozo de metal, muy fino y brillante.

Crónicas De Alaviv 1: Buscando En El Abismo® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora