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Las chicas miraron a Seth con sorpresa.

—¿A Sereia? ¿Para qué? —preguntó Cal.

—No me lo han dicho, pero Dancen y Zander tienen un plan. Pondremos rumbo al puerto al amanecer.

Se fue dejando a las chicas solas de nuevo, ninguna dijo nada, no sabían que decir así que volvieron a sentarse apoyadas en el árbol, al cabo de un rato Cal se tumbó, apoyando su cabeza en el regazo de Dhara.

—Prométeme que vas a dejar de culparte.

—¿Eh? —respondió Cal que comenzaba a quedarse dormida.

—Nada de lo que ha pasado es culpa tuya.

—Vale —después de decir esto cerró los ojos y se quedó dormida.

La despertaron a las horas, la luz del sol apenas brillaba por detrás del horizonte cuando el grupo comenzó a caminar hacia el puerto, donde les aguardaban unos barcos que los sihiris que vivían en Sereia habían mandado para ayudarles.

—¿Cuál es el plan? —le prguntó Cal a Zander.

—No lo sé, a mí tampoco me han dicho nada. El plan es cosa de Dancen y de tu padre.

Echó la mirada atrás y vio a su padre ayudando a Ev, que le usaba de muleta. Se acercó a donde estaba Nale.

—Hola Cal, ¿qué tal? —saludó alegremente Evander.

—Bien, tú, ¿cómo estás?

—Bastante bien, tampoco es que pueda irme corriendo —el chico soltó una risita.

—Hija, ¿te pasa algo? Estás pálida.

—S... Sí, estoy bien, me acercaba a ver si me podrías decir cuál es el plan.

—Claro —en la cara del hombre se dibujó una sonrisa —por lo que me han contado, has heredado mi poder, aunque eres bastante más poderosa que yo. Así que te voy a enseñar a utilizarlo.

—¿Y lo de ir a Sereia?

—Pues vas a emplear el deseo que conseguiste al vencer al om para ayudarte—dijo señalando el colgante negro que Cal llevaba con la cabeza.

—¿Cómo sabes...?

—Reconocí la joya en cuanto la vi, y además me lo dijo Dancen.

Una vez en el puerto se subieron a los barcos rumbo a Xusan.

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La reina planeaba junto con la madre de Cal y la giganta su próximo movimiento cuando un guardia entró de improviso.

—Mi señora, traigo noticias —el hombre debía haber llegado corriendo porque jadeaba y estaba bañado en sudor —desde la playa se han avistado varios barcos que se han adentrado en el mar con dirección a Sereia.

—¿¡Cómo?! —la cara de la reina comenzó a ponerse roja, salió de la casa y se dirigió a lo que quedaba de su ejército —¡Ahora mismo! ¡Todos id a los barcos! ¡Volvemos a Sereia!

Todas las tropas formaron y se dirigieron hacia el puerto. La reina hizo una llamada para que los efectivos que quedaban en Xusan se trasladaran al puerto para detener a sus enemigos en cuanto llegasen a tierra.

Rajni comenzó a caminar también hacia el puerto, pero la giganta la paró.

—Nosotros no vamos, toda la ayuda que te podemos dar será desde dentro de Helah.

—Vale, pues vosotros continuad destruyendo ciudades hasta que no quede ninguno.

Continuó su marcha para llegar lo antes posible a la playa donde habían atracado, si se daban prisa tal vez podían alcanzar a sus enemigos.

Una vez en los barcos, la reina se fue a su camarote donde se puso a dar vueltas pensando en su próximo movimiento. Tenía que atrapar a Cal, ella puede acabar con su reinado, si todos supiesen la verdad podría perderlo todo, su prestigio, su reina, todo por lo que ha luchado y trabajado toda su vida.

—¡No lo permitiré! Haré lo que sea con tal de evitarlo.

La puerta se abrió emitiendo un chirrido dejando pasar a la madre de Cal, que se quedó esperando a que la reina le diese paso. La mujer hizo un gesto con la mano, así que caminó hacia donde estaba la reina.

—¿Qué sucede?— la reina se sentó en una silla tras un pequeño escritorio repleto de papeles.

—¿Qué le van a hacer a mi hija?

—Izel, tu hija ha colaborado con los sihiris, ayudándoles a luchar contra mi ejército, además me ha llegado la información de que al igual que su padre, Cal tiene poderes —Izel se escandalizó ante lo que acababa de escuchar —¿no crees que merece el mismo castigo que los demás?

—No lo sé.

—Izel, te lo digo como la persona que más se preocupa ahora mismo por todos los habitantes de Sereia. Los sihiri son peligrosos y no nos podemos arriesgar a que hagan algo.

—Tienes razón.

—Cal podría ser muy importante y valiosa para Sereia, pero teniendo en cuenta sus últimas acciones, opino que debe pagar en las mismas condiciones que el resto.

—Podría hablar con ella y hacer que cambie de opinión.

—Podrías, y tendrás su oportunidad, te lo prometo —la reina se levantó para ponerse al lado de Izel —pero si usted no es capaz de hacerlo, sabe cuál será su destino.

—Si, y lo comprendo perfectamente.

—Le doy mi palabra de que si llega el momento, yo misma me encargaré de que sea rápido e indoloro.

—No.

—¿No? —exclamó sorprendida la reina.

—Me encargaré yo, igual que de mi marido.

—¿Estás segura de que serás capaz?

—Sí, yo le di la vida, y si es necesario seré yo quien se la quite.

«Esta mujer no está bien, pero me gusta su actitud decisiva» pensó la reina. Sirvió dos vasos de licor y brindó con Izel por un futuro mejor y más seguro para Sereia.

 Sirvió dos vasos de licor y brindó con Izel por un futuro mejor y más seguro para Sereia

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Crónicas De Alaviv 1: Buscando En El Abismo® Donde viven las historias. Descúbrelo ahora