Capítulo 1

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Habían pasado cuatro años, cuatro años desde la última vez que había visto a Moon Byul-yi, la echaba de menos.

Mi viaje de vuelta a Seúl no había sido precisamente tranquilo, las turbulencias y todos aquellos pensamientos sobre la muerte solían abrumarme en todos y cada uno de los viajes que hacía, por eso, a toda costa evitaba volver a Seúl. Bueno, por eso y por todo lo que había sufrido en aquella ciudad de hormigón.

Salí por aquel largo pasillo que daba a un hall, bastante futurista, dónde los supuestos familiares estaban a la espera, y allí me reencontré de nuevo con aquella que durante años había permanecido a mi lado, a la única persona a la que consideraba mi mejor amiga, Bae Irene, que me recibía con una pancarta que había decorado con una exagerada cantidad de purpurina violeta.

Sonreí al verla despistada, mirando de lado a lado en busca de algo que le pareciese familiar, y al verme se le iluminó la cara.

—¡Sun! ¡Sun!— Exclamó llamando mi atención, provocándome una gran sonrisa.

Me acerqué a ella, dejando mi gran maleta a un lado, y la abracé, disfrutando de aquel abrazo durante algo más de un minuto. Hacía bastante que no la veía, desde navidades que ella había venido a pasarlas en Nueva York con mi hermana y conmigo, pero aun así esta vez se sentía diferente, era la primera vez que visitaba Corea desde que me mudé.

—¿A ti no te preocupaban las tortugas?—Fue lo primero que le dije dispuesta a reírme un poco de mi mejor amiga.

—Si, ¿Por?—Se separó de mi curiosa por lo que iba a decir.

—¿Y esa cantidad exorbitante de purpurina?

—¡Bah! Por un día...—Respondió restándole importancia.

—Lo que digas chica Green Peace.

—¡Deja de Joder Sun! A más era de Yeri, me ha estado ayudando a hacer la pancarta.—Se giró empezando a caminar hacia la salida de aquel lugar, dejándome atrás.

—No te cabrees, Rene, era broma.

—No es que hagas bromas, es que eres una toca cojones, pero como te los toquen a ti...

—Ya, cierto.—Me reí ante dicha acusación.

—Es que eres pesada ¿eh?

—Perdón.—Asumí mi culpa, siguiéndola hacia el exterior el edificio, donde uno de los coches de su familia nos esperaba.

De este salió un hombre de pelo oscuro y tez morena que cogió mi maleta y la acomodó en el maletero, mientras yo imitaba a Irene y me sentaba a su lado en aquel coche de alta gama.

Ella estaba sentada, de brazos cruzados, mirando hacia la ventana algo molesta, mientras yo por otro lado la miraba en busca de una mirada de complicidad por parte de mi mejor amiga.

Esta finalmente, ante mi insistente mirada se giró y me miró, espetando un:—Eres plasta ¿Eh?

A lo que respondí un simple:–Siempre me has querido así.—Al mismo tiempo que le mostraba mi mejor sonrisa.

Ladeó su cuerpo por completo, recostándose en mi hombro, y mirándome con aquellos delicados ojos oscuros me preguntó:—¿Qué tal ha ido el vuelo?

—Un crio llorando durante la noche, ansiedad por que se caiga el avión, ansiedad por volver a Seúl, un señor roncando a mi lado y achuchándome más contra el pasillo, ansiedad por volver a Seúl, turbulencias y ansiedad por volver a Seúl.

—¿Un poco dramática no?

—Soy lesbiana, ¿Qué te esperas?

—No todo lo puedes excusar con eso Solar—Se carcajeó ante mi ocurrencia.—Eres idiota. —Murmuró.

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora