Capítulo 22

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Justo la noche antes de la presentación del disco, Moon me había convencido de salir. Estaba nerviosa, se le notaba por aquella expresión agridulce que tanto intentaba ocultar. Íbamos caminando de por la calle, tomadas de la mano, ya que ella se las había apañado para entrelazar sus dedos con los míos con la excusa de que "Había mucha gente y así no me perdía", pero no me quejé, solo nos estábamos tomando de la mano.

Me guio por uno de aquellos barrios a los que yo no solía ir, un barrio rojo, apreté mi mano, ejerciendo algo de presión sobre la de Byul-yi, que simplemente me miró y me dijo:—Tranquila, es solo un atajo. Ya estamos cerca.

—Es aquí.—Indicó nada más de salir de aquel barrio, señalando a una persiana metálica bajada, a la que picó y chica delgada abrió dejándonos pasar a aquel sitio que parecía una especia de aula enorme, en la que habían dos podios de Pool dance.

—¿Cierras cuando sales Moon?

—Si.

—Pues aquí tienes.—Le lanzó las llaves y ella las cogió al vuelo.—Me voy entonces.

—Espera que te abro.—Fue Moon detrás de ella para subir aquella gran persiana.

Empecé a moverme por aquella habitación capaz de comprender lo que tenía Byul-yi en mente, comprendiendo porque había insistido tanto en que me pusiese ropa cómoda.

Cuando éramos adolescentes no dejaba de hablarle de lo mucho que echaba de menos hacer Pool dance, actividad que mis padres me prohibieron nada más enterarse en qué consistía, actividad que no había podido retomar entre la universidad y el trabajo.

No pude evitar sentir como una sensación dulce de calor invadía mi pechos. Se acordaba de aquello a pesar del paso de los años.

Me saqué los zapatos y los calcetines, y me quité aquella camiseta ancha que llevaba, quedándome en top de deporte y leggins, para así enfilarme en aquella barra, dando vueltas bastante calmada sobre mí misma, disfrutando de nuevo de como mi cuerpo estaba siendo sostenido por aquel frio metal.

—¿Te gusta el plan entonces?—Preguntó acercándose.

Bajé de la barra, quedándome en aquel podio que me mantenía a su altura y respondí:—¿Te acordabas?

—¡Claro! Como no, con lo pesada que eras con ello.—Bromeó.

—Idiota.

—Sigo sin saber cómo se te da tan bien, tiendes a ser bastante patosa.

—Antes era patosa.

—¿Y todos esos moratones?—Señalo a aquellos moratones marcados que tenía tanto en mis piernas como en mis brazos.

—No tengo la culpa de que los muebles se pongan en mi camino.

—Ya claro.—Rió.—¿Entonces me vas a enseñar algo?

—¿Con esa ropa?—Señale la sudadera varias tallas más grandes y aquellos pantalones largos anchos.—Dudo que podamos hacer nada así.

—Espera.—Dijo quitándose la camiseta para quedar en un top de deporte bastante cortos. Mis ojos se fueron a su abdomen atraídos por aquella ligeramente marcada tableta. Moon Byul-yi tenía tableta. Mis mejillas ardían ante aquellas vistas a lo que ella siguió con lo suyo.—¿Los pantalones sirven?—Preguntó sacándome de mi trance.

—Te resbalarás.

—¿Y tú con los leggins no?

—Yo tengo práctica.—Bufé.

—¿Te valdría con unos shorts?

—Estaría mejor, la verdad.

Se dirigió a su mochila, mientras la seguía con la mirada, y sacó aquellos shorts, en cuanto se empezó a bajar los pantalones giré mi cabeza con tal de no perderme de nuevo.

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora