Capítulo 27

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Mis cuatro años de universidad habían sido bastante calmados, había decidido pasar desapercibida, asistir a clase y poco más, intentar no llamar la atención lo más mínimo, pero aun así había conseguido hacer varios amigos.

La primera amiga que hice, Jessica Ho, era una chica cinco años mayor que yo, de ascendencia coreana, pero criada en Estados Unidos, de tez morena y rasgos afilados, que había pasado varias veces por el cirujano. Era de un barrio pobre y había estado trabajando años para permitirse estudiar la misma carrera que yo estudiaba. Era algo barriobajera y mal hablada, y en cierto modo me recordaba a Hye-jin, ambas tenían aquel enorme corazón y aquella capacidad que tanto admiraba de decir lo que pensasen.

Ella me presento a Chung ha Kim, una chica preciosa, de piel de porcelana, cuerpo delgado, ojos grandes y labios pomposos. Era una estirada, reservada, que lo único que compartía con nosotras eran las raíces. Seria, estudiosa y trabajadora, y algo seca, llegándome a recordar a mi yo adolescente, sabiendo lo muy presionada que estaba, haciéndome verla como una hermana menor a la que apoyar y guiar, siendo consciente de los palos que le daría la vida.

Y gracias a ellas fue que conocí a Mathew, mi hermano perdido, aquel que me hizo volver a confiar en los hombres después de Eric. Mi mejor amigo y mi confidente.

La noche en que lo conocí Jessi y Chung Ha me habían arrastrado a una de aquellas fiestas del instituto. Iba desaliñada, cansada de estudiar y del trabajo, con un vestido un par de tallas más grande, bastante llamativo, que me había prestado Jenni para que no fuese con mi uniforme de trabajo, consciente de que en tan solo una hora estaría insistiéndole a mis amigas para volver y así irme a la cama.

Mathew se me acerco con un semblante divertido, burlándose de la talla de mi vestido, algo que no me tomé demasiado bien, y sin saber muy bien como aquella noche acabé besándolo, confirmándome así que era cien por cien lesbiana.

No tenía la excusa de que no me parecía atractivo, porque lo era, tenía unos bonitos y grandes ojos rasgados, una nariz puntiaguda y perfilada, y unos labios algo gruesos. Su mandíbula era marcada, y a pesar de que llevaba los laterales y el detrás de su cabeza rapado, tenía el pelo ondulado de un bonito negro azabache. Por no hablar de que medía algo más de metro noventa y tenía el cuerpo bastante musculado.

—Soy lesbiana.—Le espeté tras aquel beso, siendo una de las primeras cosas que le dije.

—Ah...—Asintió.—Bueno, podemos hablar de algo, igual no me gusta mucho ir de fiesta.—Reconoció. Y desde aquel entonces nos volvimos muy cercanos. Él se había dedicado a hacerme de confidente y a escucharme a lo largo de los años, siendo mi apoyo principal mientras me aceptaba a mí misma tal y como era. Su mentalidad abierta, y que el también formase parte del colectivo, sin duda alguna ayudaba. Por lo que fue en quien pensé acudir para que me ayudase a deshacer este embrollo que tenía en mi cabeza.

No quería molestar a Irene, la terapia la había dejado algo tocada, y a pesar de que sabía que le tenía que comunicar a mi mejor amiga la decisión que tomase con respecto a Moonbyul, era algo con lo que no quería incordiarla en ese momento.

Durante aquel tiempo me había dedicado a autoconvencerme de que Soo jung estaba con Moonbyul, y en especial en creer que la persona que más había amado me odiaba, me había aferrado a aquel sentimiento, esperando que esa fuese mi realidad, mi dura pero cómoda realidad, pero ahora ya no tenía nada claro.

Ella me había echado de menos, tanto o incluso más de lo que yo la había echado a ella, y a pesar de haberla dañado, haciéndome más que consciente de que nunca la merecería, y de que si lo intentaba con ella tenía que compensarla, y en especial asegurarme de nunca más dañarla. ¿Pero acaso querría ella algo conmigo después de todo?

Me corroía tener que pensar en todo aquello, y ¿Qué haría con la chica de la cita a ciegas? Habíamos estado en contacto los últimos días, pero como se supone que le explicaría que la persona a la que quería olvidar, y por la que mi mejor amiga me había llevado a la cita a ciegas, iba a ser también el motivo por la que nunca saldría con ella, por la que nunca pasaría página lo suficiente como para salir con nadie que no fuese ella.

Me senté en un banco del parque y llamé a Mathew, que escucho atento todo lo que tenía que decir, todos mis miedos y mis inquietudes, pero en especial el pánico que le tenía a que Moonbyul me dijese que ella no quería tener nada conmigo de nuevo, a lo que él, con aquella dulce sonrisa respondió:—Creo que es el momento de que te arriesgues Sun, y tengo el presentimiento de que esto va a acabar genial.  

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora