Capítulo 9

268 43 6
                                    

—Esta mierda me está quedando fatal joder.—Se quejó Hye-jin intentando arreglar el destrozo que había pintado en aquella taza.

—Tú no eres la chica de artes.—Espetó Minji.

—¿Necesitas ayuda?—Se prestó Wheein dispuesta a arreglar el destrozo de la que era su mejor amiga.

—Ves, así es como se trata a tus amigas, pija desgraciada.—Le bufó a Minji alabando la actitud de Wheein a su estilo, provocando que las mejillas de la chica se tiñesen de un ligero rosado al mismo tiempo que ponía sus manos sobre la de Hye-jin para indicarle como hacer unos cuantos trazos que arreglasen aquel desastre.

—De verdad no sé en qué momento se te ha ocurrido esto.—Me echó en cara Irene, a la que tampoco se le estaba dando demasiado bien pintar aquel plato que había escogido.

—Se supone que tenía que ser relajante, a más me ha parecido algo guay para pasar tiempo juntas.—Me defendí.

—La próxima mejor vayamos a comer y ya.—Bufó Minji.

—Siempre podemos ir a algún puesto callejero a por algo luego.—Sonrió Wheein.

En tan solo unas horas había conseguido convencer a mis amigas de salir aquella misma tarde a hacer algo, había reservado en una bonita cafetería para pintar cerámica y me había pegado la ducha de mi vida, volviendo a ser la Yongsun que era antes de ir a aquel dichoso concierto.

—¡Se acabó!—Anunció Minji dejando el tazón que estaba pintando.—Ya pinto más.—Cruzo sus brazos exhausta y se recostó en la silla.

—¿Te cansas así de fácil?—Preguntó Hye-jin con un notorio doble sentido.—No sé si tu chica estará muy contenta al respecto. Wheein, que aún le sujetaba la mano la miraba consciente de a que se estaba refiriendo su amiga, con una notoria mirada de desaprobación.

—No te preocupes, que en esos asuntos soy una estrella.—Respondió a su pulla vacilona.

—Si, pero de mar.—Estalló en una carcajada.—Pobre, ¿Cómo era?

—Oh por dios, siempre tienes que ser así de gilipollas. Creía que habrías madurado.

—Es divertido meterse con una estirada.—Reconoció con una sonrisa.

—¿Y a ti que tal te va con tu chico? ¿Ya te da la talla?

—Uf, no lo sabes tu bien. En la cama es como...

—¡Basta! No quiero saber eso, de ninguna de las dos.—Interrumpió Irene.

—Vamos, ¡Ni que tu fueses virgen Bae!—Se quejó Ahn.

—Yo tampoco quiero saberlo.—Añadí. Era cierto que no me interesaba la vida sexual de ninguna de las allí sentadas, pero en especial lo dije tras ver la cara de Jung, que había perdido su mirada en aquel dibujo que intentaba arreglarle a su amiga.

Hye-jin siempre había sido muy abierta con respecto al sexo, no tenía ningún problema para hablar de ello, al igual que como para otros muchos detalles de su vida íntima.

Se formó un silencio, que únicamente se atrevían a romper Wheein y Hye-jin mientras esta le enseñaba como arreglar su taza, a las que yo miraba de reojo, y a pesar de que me pareció que debían ser imaginaciones mías, juraría que ambas compartían una extraña tensión.

—¿Vais a ir a la cena del sábado?—Nos Minji a Irene y a mí.

—¿Qué cena?—Pregunté.

—No creo que vayamos, y si aparece ya sabes quién.—Respondió Irene.

—Lo dudo mucho, está demasiado ocupada con las promociones de su disco. —Reconoció Minji al mismo tiempo que con un gesto airoso le restaba importancia.

—¿Pero y si aparece igual?

—De verdad lo dudo.

—¿Qué cena? —Volví a preguntar interrumpiendo aquella conversación de la que me estaban excluyendo.

—Siyeon nos dijo de ir a cenar todas juntas, como en los viejos tiempos. Iríamos nosotras, Siyeon y Seulgi en un principio, dudo mucho que aparezca Byul-yi.— Me informó Minji.

—Me encantaría ir.—Respondí en un tono calmado.

—¿Pero y si te encuentras a Byul-yi?—Irene intentó cambiar mi parecer.

—Quiero ver a Siyeon y Seulgi, la verdad ella ahora mismo me da bastante igual.—Mentí intentando creerme mis propias palabras.

—¿Estás segura de ello?—Preguntó Irene

—Si a ti te parece bien.

—A mí me parece genial.—Exageró ella.

—¿Entonces venís?—Dijo Minji con una amplia sonrisa.

—Si, claro.—Fingió emoción Irene.

—¿Y os parecería bien si llevo a Yoohyon?

—Entonces yo llevo a Loco.—Espetó Hye-jin.

—Es diferente, Yeri puede encajar bien en el grupo, y a más es una mujer.—Se defendió.— ¡El gabacho ni siquiera habla nuestro idioma!—Se quejó dando a entender que aquella cita doble que habían tenido hacía unos días no había ido demasiado bien.

—Pues entonces no lleves a Yoohyon, no sería justo ni para él ni para mí.

Minji se sentó de nuevo en su silla, cruzando de nuevo sus brazos, con un notorio gesto de enfado que le duró hasta que el resto acabamos con aquella actividad.

Wheein había estado bastante centrada en Hye-jin durante todo aquel rato, y al parecer yo no era la única que se había dado cuenta de aquello, ya que Irene no dejaba de hacerme señas y de lanzarme miradas que reforzaban mis pensamientos. 

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora