Capítulo 17

35 8 0
                                    

Había acompañado a Irene a su primera sesión de terapia, más bien me había quedado fuera, esperando a que esta acabase, compartiendo algún que otro mensaje con Hye-jin, que parecía haber discutido con Wheein.

Hye-jin siempre había tenido uno de esos caracteres explosivos, era buena chica, pero con la mecha corta, y al parecer, se había cabreado porque todos habíamos visto el trabajo de Wheein menos ella, una de aquellas discusiones tontas que siempre habían tenido y a la que no le di demasiada importancia, a pesar de que empatizase con Wheein, a mí tampoco me gustaría que la chica que me gusta descubriese que no me la quito de la cabeza.

Recordaba aquella situación a la perfección, lo mucho que había llorado por Byul-yi cuando no era capaz aún de decirle todo lo que sentía por ella, toda aquella frustración, y he de decir que en aquel momento uno de mis pilares fue Hye-jin.

Cuatro años antes, el día antes de que estallase, había vuelto al club de campo junto a mis padres, acompañada de la familia de Eric, algo que se había vuelto una costumbre para aquel entonces, una costumbre que odiaba.

Cuando era pequeña y Yong Hee vivía con nosotros disfrutaba de aquellas tardes en el club de campo, era una vía de escape para ambas, disfrutábamos de la comida y de las tardes de piscina, y las mil y una partidas infinitas de pádel. Me hacía pensar en lo mucho que añoraba a Yong Hee, lo mucho que necesitaba a mi hermana a mi lado, y de la de ganas que tenía de volver a verla, a abrazarla, a poder tener una conversación tranquila con ella, tal y como hacíamos de niñas. Pero todo aquello para aquel entonces ya se ha había acabado.

La voz de Eric me sacó de mis pensamientos, me había hecho algún tipo de pregunta que ni siquiera escuché, a la que simplemente asentí. Por mucho que intentase centrar mi atención en la conversación que estaban teniendo el y mis padres, no era capaz, todo aquello no me interesaba en absoluto, solo me parecían un montón de patrañas sobre negocios que ni siquiera me interesaban.

Pensaba en mi hermana, y en Byul-yi, en lo mucho que desearía que ambas se conociesen, algo que sabía que no iba a pasar nunca. Convencida de lo mucho que le gustaría Byul-yi a mi hermana, y viceversa, convencida de lo bien que se llevarían. Pensando en lo maravillosa que sería poder tenerlas a ambas siempre cerca.

Cuando volvía a salir de mis pensamientos escuché algo que no quería escuchar, era lo mismo de siempre, y a pesar de que ya no me sorprendía, aun así no podía contener aquellas malditas ganas de vomitar. Era la misma maldita conversación de siempre, mi padre hablando con Eric sobre nuestra futura boda, mientras mi madre fantaseaba sobre cómo sería. Aún recuerdo aquellas ganas de vomitar cada vez que el tema salía. Odiaba cuando mis padres planeaban mi vida junto a aquel desgraciado, y más cuando estaban empeñados en que me casase antes de comenzar la universidad. Les enorgullecía la idea de que me casase, idea que a mí no me gustaba remotamente, bueno, más bien no me gustaba con él.

Eric hizo un gesto cómplice con mis padres, asegurándoles que él personalmente se aseguraría de que aquellas fechas se cumpliesen, dejando aquella repulsiva mano sobre mi muslo. Por suerte no tardó demasiado en retirarla.

No tardó mucho en llegar el siguiente tema, Todos los domingos eran iguales, y siendo más que consciente del tema que tratarían a continuación, intenté centrarme en otro tema, algo que me alejase de aquella mesa, pero las desagradables bromas del señor Park hicieron que eso fuese imposible.

—Nuestra fiera no tardará mucho en hacerle un bombo ¿Eh?—Codeó a su hijo tras aquel comentario.—Suerte que tienes de tener a uno como el, con un Park disfrutarás mucho en la cama, tenemos un buen equipamiento.—Se tocó el paquete mientras me miraba.—Aunque bueno, seguro que ya sabes de lo que te hablo.—Me guiñó el ojo, obligándome a reprimir una arcada.

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora