Capítulo 2

117 13 0
                                    

Los rayos de sol se abrieron paso por la ventana. No era capaz de asimilar aún cuantas horas había dormido. Mi cabeza daba vueltas y mi estomago se quejaba con fuerza.

Me levanté despacio, intentando que no tambalearme al hacerlo, y me dirigí a la maleta, para sacar unos pantalones de chándal grises largos, algo viejos, y unas zapatillas, para así ponérmelos y bajar hacia la cocina.

Bajé con calma debido al mareo, y cuando crucé el salón en dirección a aquella gran cocina americana, una pequeña, de tan solo ocho años, bajo de aquella silla alta para saltar encima de mi abrazándome con fuerza.

—¡Yongsun!—Gritó para volver a abrazarme.

—Yeri

—Mamá no me dejó despertarte ayer, y yo quería verte.—Se quejó mientras acusaba a su madre.

—Debía descansar, son muchas horas de vuelo.—Dijo su madre intentando hacerla entrar en razón, a lo que la niña respondió con un puchero.

—Pero bueno, ahora ya estás conmigo.— Salí al rescate de Soo-young, haciendo que la niña me respondiese con una gran sonrisa, para así acercarse y abrazarme con un notorio cariño. —¡Estás enorme!—Exclamé con sinceridad. La última vez que había visto a aquella niña superaba ligeramente el metro, y ahora ya casi había llegado al metro cincuenta.

—Es que no te veía desde hacía mucho.—Respondió mirándome al mismo tiempo que seguía con aquel largo abrazo.

—Es cierto. Pero bueno, ahora ya estoy aquí y tenemos tiempo ir a todos los sitios a los que tú quieras.

—¿A todos? —Se le habían iluminado aquellos rasgados ojos castaños.

—A todos.—Ante aquella respuesta me abrazó con más fuerza, para luego empezar a enumerar todos aquellos sitios donde pretendía que fuésemos juntas.

Cuando consiguió que aquella niña acabase de desayunar, Soo-young la ayudó a acabar de arreglarse y se la llevó a la escuela, dejándome sola en aquella casa junto con la promesa de que Irene no tardaría mucho en levantarse.

Me senté en uno de aquellos sofás blancos, mirando al techo, esperando a que mi mejor amiga se despertase, e intentando evitar todos aquellos recuerdos que me venían a la mente de tan solo estar en aquella ciudad, intentando centrarme en que tendría preparado Cho para hoy, pero era en vano.

Mi mente se adentraba en todo tipo de recuerdos, aquella vez que fuimos a comprar vinilos, la de libros que leíamos en pareja, nuestro primer beso, aquella canción que tantas veces habíamos hecho nuestra, la vez que nos echaron de aquella pequeña cafetería en el centro, el tacto de tu piel sobre la mía.

Si tan solo estuvieses aquí a mi lado.

—¡Yong!—Me asustó mi mejor amiga al mismo tiempo que me empujaba.—¿Nos vamos o...? ¿Qué llevas puesto?—Espetó con su peor cara de asco.

—Un chándal.

—Pues cámbiate, hemos quedado con Minji para el brunch.

—Acabo de desayunar.—Bufé, sabía cómo eran los desayunos de esas dos y la verdad es que no sabía dónde metían toda aquella cantidad de comida con lo delgadas que eran.

—Espabila y cámbiate.—Espetó con su usual tono seco.— Vendrá con su chica y tienes que estar decente.

—Espera ¿Minji está saliendo con alguien?

—Si, llevan un par de años, es maja. Y no se si al final vendrá Wheein, seguía algo molesta contigo.—Dijo pensativa.—¡Espabila!, que hay que irnos.

Wheein tenía razones para estar cabreada conmigo, de hecho todas mis amigas tenían razones suficientes. Me fui de aquí sin darle explicaciones a ninguna y desaparecí.

Nunca creí que lo hubiesen entendido, y ahora sé por qué, yo tampoco entiendo a mi yo de aquel entonces, pero fue la única opción que encontré, aunque no fuese de lo más correcta.

Me cambié rápidamente, poniéndome el primer top negro que encontré en la maleta junto a unos pantalones tejanos bastante anchos, me puse los calcetines de florecitas rosas que tanto me gustaban y me maquillé ligeramente, poniéndome un poco de sombra rosa a juego con mi pelo, que decidí dejar suelto para que se notase aquel ligero pero bonito ondulado natural de este.

Agarré unas bambas blancas, y con la mano libre mano cogí teléfono, lo eché en mi tote bag, para así colgármela del hombro. Cerré la puerta de la habitación en la que estaba de invitada y bajé escaleras abajo apresurada, para esperarme a mi mejor amiga sentada en el sofá, mirando el móvil con una sonrisa boba.

Levantó la mirada, y con una sonrisa un tanto pícara me preguntó:—¿Te importa si esta noche te dejo sola un rato? Es que me ha dicho de quedar un chico que esta... y bueno, una tiene necesidades.

—¡Qué asco Rina!—Me quejé.

—Eres heterofóbiaca eh.—Respondió con tal de tirarme un poco de la lengua.

—Punto número uno eres bisexual, punto número dos lo que me da asco es saber que te vas a follar a alguien.

—Pero eso es porque tú eres una estrecha.

—No soy una estrecha.

—¿Cuánto llevas sin follar Yun? ¿A caso te has follado a alguien so no sea Byul?

—No, no me he follado a alguien que no sea Byul-yi.

Se levantó, ensanchando su sonrisa, y con la mirada me dio a entender perfectamente lo que tenía en mente.

—Entonces vamos a tener que buscarte a una chica que te quite las telarañas de ahí abajo.—Espetó agarrándome del brazo y tirándome hacia la entrada, probablemente dispuesta a airear con nuestras amigas mi vida sexual, o más bien la falta de ella. 

No eres fea, Moon Byul-yiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora