Capitulo 8: Lo que soy

106 14 12
                                    

Capítulo 8:

Cerré notoriamente la puerta dando un sonoro portazo. Mi mente bailaba totalmente en blanco.

Suavemente repasé los últimos momentos  vividos y tomé una decisión, que ya desde mucho antes estaba destinada; contaría la verdad. ¡Qué más le podría decir! ¿Que solo era un sueño? Es más incluso ya me vio así... sin maquillaje...

¡Mierda! ¡Por que soy tan estúpida! ¡Me mostré ante él sólo en toalla!

Busqué como una leona enjaulada alguna prenda decente... Y la encontré: Un corto pijama compuesto de una camisa de tirantes y shorts... con diseño de arcoiris de varios colores. Sí, colores que claramente contrastarían de forma notoria con mi grisácea piel. 

Hice un amago de tomar la manilla para salir, pero me detuve a ver -nuevamente- mi rostro surcado de venas en el húmedo cristal del espejo. Ya no había vuelta atrás. Abrí.

La postal era única. Aiden se encontraba sentado en mi cama semi-desnudo tapado únicamente con uno de mis cojines rosa. Su rostro, antes serio, reflejaba emociones indescriptibles en  ese momento para mí.

Con pasos lentos me senté rectamente en la silla de mi escritorio ignorando su mirada. No alcancé a pensar lo que iba a decir cuando él ya me había interrumpido.

—Antes que todo quisiera saber si no tienes algo como para... ya sabes, vestirme.

Asintiendo fui a abrir mi armario y mientras caminaba podía sentir su mirada en mi espalda. Dioses.

Quizás pensarán le le pasaría un cómico vestidito rosa, pero si recuerdan, mi vida no es de la manera común.

Inclinándome hacia el frente tomé una caja azul desde el fondo y se la entregué. 

—Puedes cambiarte aquí, estaré en el baño —Resé para que las  palabras salieran de mi boca lo suficientemente fuerte para que él las escuchara.

Al cerrar la puerta sentí como me apoyaba en ella y caía lentamente hasta el frío suelo. La incomodidad y vergüenza me inundaban. Agudizando mi oído noté  como la tapa de la caja era retirada, y me imaginé a Aiden viendo su contenido.

Eran ropas de mi padre.

Lo más seguro era que ni Tía Delia supiera que las tenía, pues para mí eran un preciado recuero y secreto. Aquellas prendas aún tenían su aroma. 

Abracé mis rodillas y me olvidé de escuchar. Y  traté  de prepararme mentalmente para lo que vendría cuando la puerta se abrió y mis instintos afloraron al momento haciendo que me pusiera de pié. Vi entonces frente a mí al chico de mis sueños. Vestía una camisa celeste semi-abotonada y unos pantalones de tela grises.

Luego de terminar de examinarlo y notar que los pantalones le quedaban algo cortos mi vista se dirigió por primera vez, desde que estaba en mi cama, a sus profundos ojos zafiro. Me dedicó una sonrisa.

La incomodidad se fue, a donde no sé.

—Ahora sí—su mano acogió mi muñeca y me jaló hasta sentarnos en la cama—Explícame.

Pestañee varias veces hasta salirme de mi trance.

—¿Qué... qué es lo que quieres saber?—me aventuré a preguntar agradeciendo que mi voz sonara. ¿Por que rayos estaba nerviosa? ¡Varias veces antes había imaginado esto!

—Pues... Todo—fue en ese entonces; cuando ensanchó su sonrisa que pude denotar que el sentimiento anterior... no era más que simple e inocente curiosidad— Quiero saber; ¿Por qué te abalanzaste a mi con ojos rojos en vez de los grises que veo ahora?; ¿Por qué luego de eso fui un hurón?; ¿Por qué tu ser es gris?; ¿Por que tu piel es tan fría?; ¿Por qué a pesar de todo lo sucedido, de todo lo que veo, y de todo lo demás me siento tan atraído por ti?; ¿Porqué Tabata?

ZombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora