Capítulo 9: La cena de Tía Delia

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Capítulo 9:



Sonreí al escuchar su comentario, ya soltándome de su cuello. Ví como Aiden pasaba por mi lado , hacia la puerta dispuesto a bajar.


—¿Enserio te quedarás a cenar? —comúnmente solíamos cenar sólo la Tía Delia y yo. Tengo un extraño presentimiento de que si se queda, esto será incomodo.


—Sí, ¿Por qué no?


—Te lo advierto —dije tomando la manilla de la puerta— Tía Delia puede ser... algo extravagante.


Cerré de golpe la puerta viendo por última vez la cara de un pasmado Aiden Mcarty.


De forma sutil cerré la caja azul de las ropas de mi padre, guardándola nuevamente al interior de mi armario.

Me vestí con jeans gastados y una pollera holgada de mangas largas. Me senté en el tocador viendo mi cuerpo de la cintura hacia arriba. Ya no había razón para maquillarse, todas las personas de esta casa conocían la verdad de mi ser, así que me limité a tomar mi aún húmedo cabello en una coleta alta, poner mis pies en pantuflas de panda y bajé.


No era lo que esperaba ver,sinceramente esto... era todo lo contrario.


La mesa estaba adornada con un pulcro mantel azul —el cual sólo se veía para los cumpleaños— en el centro había un gran ramo de Calas blancas y amarillas, los cubiertos y vajillas estaban relucientes de tal manera que incluso se podría ver tu reflejo en ellos y la comida...


Si les digo que había un pequeño cerdo floreado de lechugas y con una manzana brillante en la boca... ¿Me creerían?


¿Y si a todo esto le agregamos a un Aiden cómodamente sentado en la punta de esta mesa?


Creí ingenuamente que ésto era un sueño, pero comprobé que no lo era cuando sentí la tibia mano de mi tía jalarme a la cocina.


—¿Tía? ¿Qué es todo esto? —pregunte señalando desde la cocina hacia el comedor de la manera mas llamativa que pude.


—¿Cómo que "Qué es esto"? Eso lo debería preguntar yo —dijo señalándome ahora ella a mí. Fue ahí cuando me fijé lo que ella traía puesto; el vestido verde que le regalé en su último cumpleaños —Sube y cámbiate, rapidito niña, que el invitado nos espera. Oh, y ponte el vestido morado, ese que te regalé para navidad.


¿Todo esto es por Aiden? ¿Su sola presencia hace que Delia se revolucione a tal grado? Dios, esto es... demasiado. Nota mental: No regalarnos vestidos mutuamente nunca más.


—Ya, vamos Taby camina, no querrás que tu futuro esposo crea que eres la típica chica demorosa.


Todo me calzó, y la vergüenza me inundó. Vi como mi tía pasaba contoneando su cuerpo en dirección al comedor mientras me guiñaba un ojo. 

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