Capitulo 1: Mi Vida... Si así se le puede llamar.

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3: Es el número de años que duró mi vida, como humana.

14: La cantidad de años siendo una Zombie.

Verán, yo no nací así. Mis padres eran humanos comunes –de un muy buen vivir, pero comunes– y en cambio yo solo tenía recién 3 años como para hacer algo al respecto cuando todo ocurrió.

Cáncer.

El 12 de Enero de 1998 –el día de mi cumpleaños– me diagnosticaron un tumor cancerígeno en mi gemelo derecho. Las células cancerígenas ya se habían esparcido por mi organismo; era demasiado tarde como para hacer algo; sólo me quedaban unos cuantos meses. Pero mis padres en un intento desesperado por prolongar mi vida, contactaron a muchos médicos, extranjeros, brujos, alguien que pudiera ayudarles. Entre ellos estaba Margaret Andros Hamilton, una veterana de unos 74 años, quien les ofreció una alternativa que podía salvarme, pero a costa también de mi propia vida. Su opción era convertirme en lo que ahora soy; una Zombie.

Mis padres consternados, creían que estaba loca, que la existencia de esos seres sólo era un mito, un invento, una historia de ciencia ficción. Pero ella les dijo: “No porque no sean capaces de ver lo que hay frente a sus ojos, significa que no existe. Todas las historias son ciertas.”

Ella misma fue quien me convirtió. Me mordió a la altura del tumor e hiso el intercambio entre su especial saliva y mi propia sangre.

Al cabo de una semana yo volvía a ser la niña alegre de antes... de cierta manera. Mi cabello que anteriormente era de un tono castaño oscuro de volvió de un tono rojizo centellante. Mis ojos que antiguamente eran de un profundo negro, se volvieron de un tono grisáceo.

Bueno, en realidad aquellos no fueron tan malos, me quedan bien, si no fuera por la pálida piel de todo mi cuerpo, cubierta de finas y gruesas venas de tono oscuro.

Me mantuve bien los primeros 3 meses­ –si se le puede llamar bien, a encerrarse en casa sin contacto con el sol o la simple tierra–. Mis padres estaban felices de poder estar más tiempo con su querida hija. Pero, como mi suerte es de las peores del mundo; una tarde jugando me desmaye. La señora Andros me vino a ver: necesitaba sangre. Fue ahí donde mis padres entendieron verdaderamente en lo que me había convertido, en lo que ellos me habían transformado. Y lloraron. Lloraron como nunca los vi llorar antes –o después–. Luego de eso, se convirtieron prácticamente en mi “banco de sangre” y cada 3 meses se turnaban  dándome sangre; de su propia sangre.

Puedo decir que de cierto modo, viví feliz por siguientes 4 años. Prácticamente encerrada... pero de una manera feliz, después de todo, mis padres tenían una acomodada posición social. Por eso mismo, solo venían a casa los mejores tutores destinados a educarme; con los cuales realmente nunca me lleve bien.

Al estar siempre en casa ni tenía amigos, y es mas no conocía a nadie de mi edad. Una vida triste para algunos, solitaria para otros, pero suficiente para mí. Sí me conformo con poco, comparado a los humanos comunes que solamente desea posición, dinero y poder. Estúpidos. Si se enteraran que están muy abajo en la pirámide de la vida... no pensarían así.

Bueno me desvié del tema. En fin, a los 7 años ocurrió un hito que me marcó. Aún más que el ser una Zombie, de echo; porque aquello no se lo deseo a nadie. Ya que es uno de los dolores más grandes del mundo.

Mis padres murieron.

Papá conducía a casa, venía con mamá; ambos cansados de trabajar –papá era jefe de una famosa firma de abogados y mamá, era una diseñadora de interiores– y papá aún más cansado por el hecho que fue él  quien me dio mi última dosis de sangre... ese mismo día. Se quedó dormido al volante, una pequeña pestañada y la mitad de mi vida se derrumbó. ¡Yo sólo tenía 7 años, por Dios! A que niño de aquella edad no le dolería la muerte de sus padres, que niño no se desmoronaría al tenerse mudar, conocer nuevos parientes, conocer una nueva forma de vida.

Desde ese día no bebí más sangre humana. Desde ese entonces vivo con Cordelia Rizzo Dumort, mi tía... Ella era la única que conocía mi condición, la única pariente cercana. Y si creen que es una de esas madrastas malas de los cuentos de hadas, acertaron. Nah, mentira, tía Cordelia es una amble y humilde mujer viuda de unos cua...treinta años. Un pequeño rayo de luz dentro de vida de oscuridad.

También desde ese entonces tuve que comenzar a ir a la escuela, además del hecho de tener que usar maquillaje. No fue una etapa fácil; más bien una de conocimiento nuevo. No era la única diferente en mi escuela. Cada uno ocultaba su presencia de una, u otra forma. Conocí a los Vampiros: seres ridículamente egocentristas; su aspecto es básico pero ocultan sus pálida presencia con maquillaje –mucho maquillaje– y sus pronunciados colmillos con prótesis dentales. Laycans, más conocidos como hombres lobo: algo inadaptados y solitarios; su aspecto es como el de un humano, exceptuando los ojos amarillos ocultos bajo lentes de contacto. Hadas: superficiales y chismosas; sus alas parecen verdaderos tatuajes –créanme muy reales–. Brujos: amables o rencorosos de aspecto común. Humanos: seres en los que se basa nuestro aspecto. Y los Zombies... bueno, ya conocen como son –bueno los de mi tipo otros... son lo contrario.

En fin, he pasado los últimos 10 años ocultándome, sin beber sangre y procurando el mínimo contacto con cada uno de ellos en la escuela –sin contar a Leila, pero luego hablare de ella–, siempre observando en silencio; y estuvo bien, hasta ahora.

Mi idea de Tabata, pero mas pálida.

ZombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora