Capítulo 11: Especial

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AIDEN's POV

La primera vez que vi a Tabata Dumort, supongo que no tendría más de 7 años.

Caminaba de regreso del parque al cual fui a jugar con August mi mejor amigo y otros chicos de aquella época, venía realmente ofuscado: un señor cascarrabias nos había quitado nuestra pelota de fútbol cuando accidentalmente ésta le llegó en la cara. Mi ceño fruncido y mi caminar pesadoso hacían notar mi gran enojo. Eso, hasta que una cabellera rojiza centellante me deslumbró.

Una chica corría a la distancia por un patio cercado. Tenía una enorme sonrisa que podía distinguir aun con la distancia. Ella estaba girando sobre sí misma descalza y agitando los brazos al cielo haciendo que el vestido que llevaba puesto formara ondas. Pero en ese instante una joven señora apareció en la puerta de la casa y con su gesto -quizás aun más fruncido que el mío- la hizo volver hacia dentro.

Sabes que no puedes salir nunca...

Aquello fue lo único que alcancé a oír. Me dio lastima por ella, se notaba a leguas su alegría de estar fuera y que se lo negaran era...

Mis pensamientos se disolvieron en ese instante al oí su risa, su sonrisa no había flaqueado, y sin más desapareció adentrándose en la casa.

Y aunque fue tan solo un momento jamás pude olvidarlo. El optimismo de aquella niña hizo que mi pesadez y resentimiento se esfumaran. Si ella podía sonreír así aunque no le permitieran hacer algo tan simple y le alegaba tanto ¿Qué más daba una simple pelota?

Sonríe sin más, la vida es corta para pasarla amargado.

Los años pasaron y aquella frase se mantenía como régimen de mi vida. A decir verdad estos nuevos años desde aquel acontecimiento pasaron de muy grata manera para mí y me convertí en lo que algunas chicas llamaban Adonis. Jamás me gustó ese apodo creía que era demasiado, pero ¿Qué chico no quiere algo de atención del sexo opuesto?

Al entrar a Darkness Highschool mi popularidad no hizo más que aumentar complicando el hecho de que pudiera vivir una adolescencia como cualquier otro. Muchos querían ser mis amigos, y otros simplemente codiciarse en mi fama escolar. No me importó, gracias a esa pequeñamente grande enseñanza de aquella niña me dejo. No era un chico egoísta y si podía ayudar a alguien a disfrutar sus días académicos ¿Por qué no?

En fin, a pesar de las múltiples veces que las chicas se me insinuaban y pedían salir conmigo nadie llamó realmente mi atención, no digo que no fueran bellas pero, sinceramente creía que les faltaba esa cosa especial que me hiciera centrarles mi completa y total disposición. Y así, aunque parezca tonto, pase casi dos años de preparatoria, esperando a mi persona especial.

Hasta que pasó otra vez.

Era la segunda clase del día, de mi tercer año de escuela media: Historia. Me senté junto August, a un lado de la ventana. Hacía un calor de otro mundo y ese era el mejor lugar desde el cual te podía llegar brisa. Mi amigo tenía su total atención en las canchas, donde las chicas practicaban lo que parecía ser Beisbol. No me importó mucho, hasta que la vi de nuevo. Una larga cabellera ondulada que parecía arder bajo el gran sol.

Casi me abalancé sobre la ventana para una mejor vista.

— Es ella... —susurré. No me cabía la duda. No podía haber una equivocación.

¡Era imposible que semejante cabellera fuera teñida!

La observé durante toda la clase. Era magnífica. Aun no logro entender como no la había visto antes.

Prácticamente corrí hacia las canchas cuando el timbre sonó. Pero al llegar todas las chicas se dirigían a las duchas. No pude ubicarla.

Ese mismo día me prometí a mi mismo encontrarla como sea. Pregunté a mis compañeros y amigos, pero al parecer era como una fantasma.

Días sin resultado parecían volverme loco. No me rendí, y como el que busca consigue así lo hice.

Tabata Dumort. Ese era su nombre. Realmente tan único como ella.

Pase el resto de ese año observándola desde lejos, y sé que suena ridículo pero me parecía inalcanzable.

Con su sonrisa me aceleraba el corazón. Sus ojos, tan grises me hacían sentir como si con cualquier cruce que nuestras miradas realizaran éstas generarían un choque de tormenta. Tenía unas largas piernas torneadas y hay que decirlo un muy lindo trasero, pero sin lugar a dudas lo que más me llamaba a ella era su hermoso y ondulado cabello. Ese era su toque, era lo que a todas les faltaba, esa mezcla exótica especial que estaba seguro, solo Tabata tenía.

Y ahora, cuando voy conduciendo luego de dejarla en casa de su mejor, amiga me doy cuenta de que hay cosas en el mundo que seguirán sorprendiéndome y atrayéndome a este mundo nuevo que Tabata ha abierto para mis ojos desde el momento primer momento que la vi. Sin duda ella era la persona más especial que haya conocido y seguramente conoceré en mi vida.

Ella era la Zombie destinada especialmente para mí.

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