Capítulo 1

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Capítulo 1

Amelie Lavelle

2016

Otra noche fría e intensa, llovía demasiado, más de lo habitual; el temor y preocupación por Rita volvía a invadir mi cuerpo. Reaccionando a mis quehaceres, analizo el lugar con miedo, una pequeña casa con dos habitaciones, una cocina cómoda, una sala regular, y baño mediano, lo suficiente para la convivencia de dos o una persona, no tan cálido quizá, pero acogedor. Los relámpagos no eran comunes, cada vez que los escuchaba temía, cuando era niña pensaba que sería el fin del mundo, y aunque ahora no es así, el sentimiento sigue siendo el mismo. Allí me encontraba, la muchacha tranquila, tímida, con valores innumerables a ojos de los demás, lastimosamente no era nada de lo mencionado, aunque puede que sí, pero nunca experimenté la confianza de ser yo misma con la gente que me rodea, ni con Rita, mi madre, a veces quisiera compartir esa confianza con alguien, ser yo misma para sentir el sabor de la libertad, y el aceptamiento de mi mejor versión.

Acostada boca abajo, encima del tapete turquesa de la sala, lindo pero nada acogedor, se encontraban mis codos apoyados para sostener mi cabeza, así mismo llevaba audífonos escuchando música mientras hago tareas, eso ayuda a no estresarme, igual que masticar chicle, un hábito que calma la ansiedad, pero a la vez un hábito que puede causar daños en mi cuerpo, por lo cual trabajo en dejarlo, aunque se trate de luchar conmigo misma.

Rita no llegaba, serían las 10:00 pm en unos minutos, acostumbrada a la misma situación, cenaba tarde otra vez, aun no entendía porque la esperaba si sabía que no llegaría. Ella no paraba en casa, probablemente porque el señor Young pasaba por aquí a cobrarle dinero de las drogas y bebidas que consumía, así es como nuevamente la misma redundancia salía de mi boca "Ella no está en casa". Siempre daba varias excusas para justificar su deuda, pero el hombre no era tonto, y yo, era su mensajera, tenía que dar la cara por ella, ganaba la peor parte, los insultos, miradas pervertidas y amenazas continuas. Hace muchos años, Rita cayó en la locura de querer drogarse y emborracharse, lo vio como una necesidad, un método que la ayudaba a sobrevivir ante los problemas, llegué a sospechar que trabajaba en eso, al punto de perseguirla y avergonzarme cuando preguntaban en que trabaja. Desde pequeña solía sacarla de barrios peligrosos o cantinas, algo que a simple vista no era la responsabilidad de una niña de diez años; nunca conté con el apoyo de un padre, la ausencia de este me llevaba al llanto o depresión últimamente, el deseo de tener una familia como en las películas, era inevitable, siempre éramos Rita y yo, aunque... ahora solo era yo.

El minutero del reloj marcaba las 9:57 pm, me levanto de la posición en la que me encontraba mientras dejo el celular en el suelo con la reproducción de música en pausa, paso a dirigirme a la cocina para preparar unas tostadas con café pasado, las plantillas de mis pies tocan el frio suelo, tomo mi cabello y me hago una coleta alta, luego lavo mis manos para comenzar con la preparación la comida, pero antes guardo la comida que sobró hoy para mañana, odiaba tener que votarla.

Termino la elaboración de mi cena, todo estaba listo, coloco la comida en un plato y me dirijo a mi cuarto lentamente para que no caiga nada de lo que traía en manos, y justo por eso cierro la puerta con una de mis piernas al momento de entrar.

Termino la elaboración de mi cena, todo estaba listo, coloco la comida en un plato y me dirijo a mi cuarto lentamente para que no caiga nada de lo que traía en manos, y justo por eso cierro la puerta con una de mis piernas al momento de entrar

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