Capítulo 32

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Erik.

Casi mato a mi hermana.
Era lo único que podía pensar.
Totalmente herido, intentaba calmarme junto a mi padre.
Mis ojos se encontraban llenos de lagrimas.
-Papá... casi mato a Eva. -Me derrumbo en un mar de lagrimas.
Mi padre me acaricia intentando calmarme.
-Fue el instinto. No eras tu quien controlaba tu cuerpo... Estas cosas pasan... -Se queda sin sabe que decir por un momento. Él también tenía los ojos llorosos.- Todo se solucionará...
Sin pensar, exploto.
-¡¿Solucionarse?! ¡Soy un mounstro! -Escondo mi rostro en mis manos. Quería desaparecer.- ¡Un estupido monstruo!
-No lo eres. ¿Te parezco acaso un monstruo?
-No. Tu no intentas matar a nadie. -Sollozo.
-¿Ah si? Pregúntale a Christian cuantas veces estuve apunto de matarlo. ¿Soy un monstruo?
Aparto lentamente las manos de mi rostro, para mirar a mi padre.
Estaba destrozado.
-No eres un monstruo, papá.
-El verdadero monstruo aquí, es el instinto. No lo somos nosotros, ¿Entiendes?
Lágrimas caen de sus ojos.
-Casi mato a Eva. ¡A mi hermana pequeña! ¡Si que soy un monstruo! ¡No merezco compasión!
Estaba inundado en una furia interna y impotencia hacia mismo.
Vuelvo a taparme los ojos, sollozando.

Una delicada mano se posa en mi hombro.
Me estremezco internamente.
-Erik, no llores por favor.
Isabel.
Respiro profundamente he intento calmarme.
-No puedo, Isa, no puedo. No me lo puedo perdonar. -Sollozo.- No me puedo perdonar casi haber matado a mi pequeña hermana. Le hice daño a Eva. No me lo perdonaré, ni ella me lo perdonará.
Noto como Isabel intenta no llorar.
-Hijo. -Dice mi padre.- Deja que Isabel te cure. -Rápidamente se limpia las lágrimas.- Vuelvo en un momento.
Antes de poder protestar, mi padre se levanta sin más y se dirije hacia la casa de la frontera, haciendo una parada al pasar junto a mi madre.
-Déjame curarte.
Asiento lentamente y cierro los ojos intentando regular mi respiración.
Una sensación agradable recorre mi cuerpo.
Abro los ojos y me percato que que Isabel ya estaba curandome el labio inferior.
-¿Crees que...? -Me callo sin saber como seguir.
Isabel, sin dejar de transmitirme esa agradable energía, me mira de reojo.
-¿Qué cosa?
-¿Crees... que Eva... me perdone? -Estaba demasiado cansado como para volver a llorar.
-No pensemos en esas cosas ahora, Erik. Primero esta tu salud.
Cierro los ojos, al fin más calmado.
Esa magia me estaba llenando de nuevas fuerzas.
Y lo mas agradable, era que contenía algo de la esencia de Isa.
"Eva jamás me perdonará."

Pasan unos minutos donde me dedico a observar a mi madre curando a Eva.
Estaba destrozada.
-Ya esta. Como nuevo. -Isabel me sonrie, animándome.
Sin dejarla protestar, me intento levantar no sin esfuerzo.
Rápidamente me ayuda en mi tarea.
Su contacto me hace calmarme aún más.
-Vamos, tengo que llevarte adentro. Necesitas descansar.
Apoyado en ella, comienzo a realizar la dura tarea de caminar.
Al pasar junto a Eva, noto que tiene los ojos cerrados, como si estuviera demasiado cansada como para mantenerlos abiertos.
Me detengo y hago que Isabel me imite.
Miro con un sentimiento de culpa a mi madre, quién mientras lloraba, terminaba de curar a mi hermana.
Se me cae el alma a los pies.
No fui lo suficientemnte valiente como para hablarle.
Sin más palabras, continuo caminando.

Al entrar en la sala principal, noto rápidos pasos. Antes de poder preguntarme cualquier cosa, Christian aparece por la puerta, corriendo hacia la salida. Al divisarnos, se detiene unos momentos.
Lo único que hace es mirarme con una completa incompresión y preocupación.
Nunca antes había visto sentimientos tan expresivos en el rostro de Christian.
Se me llenan los ojos de lagrimas y bajo rápidamente la mirada sin poder seguir mirándolo.
Noto como Christian reanuda su desesperada carrera.
Isabel me mira con una profunda tristeza.
Antes de poder decir algo, mi padre aparece por la puerta.
-Será mejor que descanses, Erik. Ire donde... Eva.
Mi papá corre hacia el exterior.

Cuando al fin estamos solos. Me invade una gran sensación de culpa. Sin evitarlo, comienzo nuevamente a sollozar.
-No llores... Todo irá bien...
Isabel, me quita una lagrima cuidadosamente y luego de dudar unos instantes, me abraza.
Escondo mi rostro es su cabello y me dejo llevar por el abrazo.
A veces, los abrazos son mucho más significativos de lo que parecen.

¡Idhún es real!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora