Capítulo 3: Regreso y Marcha

68 12 18
                                    

Regreso y marcha.

-Aquí. Aquí no llegará.

Sayumi condujo a Shin-Ah hasta la última mesa de la taberna más escondida del pueblo, suspirando y relajándose después de haber corrido colina abajo desde el hostal hasta allí.

-Creo que aquí es lo bastante seguro.

-...

-Bien, retomemos desde que se acercó a la barra en la taberna antes de que Mio regresara. ¿Necesitaba algo? -Sonrió con amabilidad, siendo consciente que tan lejos no podría hacer nada que a él le interesara, pero dándole igual.

-... Sayumi debe hablar con ella.

La sonrisa de la mayor se bajó enseguida para volverse una fina y recta línea en su rostro. Agachó también su mirada, sabiendo que él tenía razón, pero negándose a querer aceptarlo.

-Sayumi puede que no salga bien parada de esa conversación... ¿Recordáis la conversación de ayer sobre el Sol y la luz?

Shin-Ah asintió en silencio.

-Bueno... Puede que se me escapara algo que Mio no debía escuchar y la llama de su vela se está tambaleando ahora mismo. Puede que si regrese termine apagándola del todo...

El de cabello azul bajó la cabeza, pensando en alguna respuesta. No encontró palabras y optó por cerrar los labios y apretarlos.

-¿Qué es lo que me quería decir antes? -Intentó volver a cambiar de tema Sayumi. -¿Tiene que ver con su pelirroja compañera de viaje?

El menor asintió un par de veces energéticamente, antes de tomar aire para responder.

-Sayumi tiene que quedar en silencio.- dijo, subiendo un dedo a sus labios y haciendo un gesto de silencio.- O el Señor Hak se enfadará.

Ella se rió levemente y bajó la mirada a sus manos sobre la mesa. Despacio, estiró una hacia las del espadachín y la tomó.

-Os prometo que nadie sabrá de mis labios la verdad. Así me torturen, nunca diré nada de lo que sé.

Shin-Ah asintió de nuevo, serio, dando un sólo asentimiento fuerte.

-Sayumi es buena.

La mayor se volvió a reír y negar.

-Simplemente sé lo que debo hacer. Igual que tú y tus amigos, sabéis lo que debéis hacer, proteger a la Señorita Yona.

Una camarera se acercó a la mesa, sonriéndole algo extraña a Shin-Ah, mirándole prácticamente sólo a él.

-¿Os tomo nota, caballero?

La de cabello rosado se mordió la lengua durante unos segundos. Todavía con la mano de Shin-Ah agarrada, le dio un leve apretón y sonrió.

-Él no es muy hablador, así que yo pediré por los dos. Y cuando me están atendiendo considero de buena educación que me miren a la cara, ¿cierto? Además, pierdes el tiempo si lo que pretendes es verle tras la máscara, jamás podrás lograr que se la quite en tu presencia.

La mujer miró a Sayumi con tirria y una sonrisa congelada en sus labios. La forzó a parecer tan llena de odio como se sentía, y se giró en su dirección.

-¿Y qué quieres?

-Pues mira, me traes un vaso de agua caliente y granos de café. Un puñado de azúcar, pastas y un par de cubiertos. Ah, y lo mismo de nuevo, pero en vez de café té. Te diría que me prepararas el desayuno tú, pero prefiero hacerlo yo misma. Gajes del oficio, muchas gracias.

Hermanas a pesar de la distancia - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora