Capítulo 11: El Rey y la tabernera

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El Rey y la Tabernera

Mio se apoyó en la muleta que Min-Soo le había dado tras haber ido a verla y haberle tratado la pierna, mirando a su alrededor por los pasillos. Tenía su capa violeta, pero no la capucha puesta, y andaba con torpeza por el Castillo, a veces cruzándose a algún sirviente o algún soldado que la miraba de mala manera, pero ignorándolos.

Alcanzó a vislumbrar un jardín hacia el cual caminó, bajando las escaleras con cuidado y pisando la hierba con un silencioso suspiro de alivio. Había un pequeño estanque junto al que se sentó, metiendo un par de dedos en el agua y jugando con unos koi que allí había, que resultaron ser extremadamente juguetones y nadaban tras sus dedos en divertidas formas.

Soo-Won logró escapar de sus obligaciones unos minutos y frunció levemente el ceño al ver en el jardín trasero a la chica de cabello violeta, atrayendo de inmediato su atención. Se deslizó por una de las columnas hasta el suelo, ignorando la existencia de las escaleras, y se acercó a Mio, sonriendo al verla junto a los peces.

-Pensaba que seguías en la habitación, iba a ir a verte ahora. -Avisó mientras se detenía tras ella. -Veo que encontraste a los habitantes más inquietos del Castillo. ¿Te gustan los koi?

Mio dio un pequeño brinco de sorpresa, pero se giró hacia él y le sonrió un poco.

-Son muy juguetones para ser peces.- asintió, volviendo a mirarlos y acariciarlos.- Y muy adorables.

-Sí, es cierto. -Asintió Soo-Won, acercándose y colocándole una lavanda en el cabello, varios tonos más claros que su violeta natural. -Te queda bien.

Mio se sonrojó un poco, pasándose un mechón tras la oreja.

-Gracias.- dijo, luego tragando disimuladamente.- ¿Habéis terminado el trabajo de hoy?- preguntó, buscando apartar su atención de halagarla y sonrojarla.

En aquella ocasión él negó con la cabeza y suspiró.

-Ojalá, sólo conseguí salir un par de minutos para estar contigo. En cuanto me vea, Kye-Sook me hará regresar. -Reconoció, con un suspiro. -Ojalá pudiera quedarme aquí contigo el resto del día. -Deseó, sentándose en el suelo, con la espalda contra el estanque y echando la cabeza hacia atrás. -Este lugar es muy tranquilo, me gusta venir a veces. Me relaja.

-Es un lugar muy bonito.- asintió ella, mirándole desde arriba, con algo de nerviosismo.- No habéis vuelto a dormir bien.- dijo, alzando su mano y dejando que el agua que antes la cubría y ahora goteaba le cayera en el rostro.- Niño malo.- regañó, mojándole las mejillas, la nariz, los ojos y la frente.

Soo-Won se rió levemente y se encogió de hombros.

-Ya no recuerdo la última vez que dormí bien. Tal vez fue en el carromato contigo. -Soltó con tranquilidad, disfrutando más de lo que estaba dispuesto a admitir de las caricias de la chica. -Últimamente no soy capaz de dormir mucho y me entra el sueño por la mañana, cuando tengo que trabajar. Es un fastidio.

Mio le acarició muy levemente la mejilla, dejando un rastro mojado por donde pasaba.

-Sois el Rey. Ningún Consejero o ningún papel está por encima de usted.- recordó.- Los domingos, no trabaje.- propuso.- El último día de la semana, y el primero de descanso. Duerma y coma lo que necesite para empezar bien la semana entrante.

-Ojalá pudiera, pero ser Rey exige trabajar todos los días todo el año. -Confesó él, suspirando. -El peso del Reino de Kouka entero recae sobre mis hombros, no puedo descargarlo un día y volver a tomarlo al siguiente. Tienen que ser un peso y resistencia constante, aunque sea estresante y agobiante. Es lo que debo hacer, cueste lo que cueste.

Hermanas a pesar de la distancia - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora