Capítulo 6: La noche en la que todo cambió.

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La noche en la que todo cambió.

-¡Dos sakes!

-¡Una de aguardiente!

-¡Hermosa Señorita, traiga aquí un buen pastel para estos hambrientos guerreros!

-¿Dónde están los tés que pedí hace diez minutos?

-Por favor, traiga una fregona. El niño de al lado lo ha tirado todo al suelo.

-¡Voy, un segundo, por favor! -Pidió la de cabello rosa, sobrecargada de información y pedidos.

Mio, sentada tras la barra con las piernas sobre esta y los brazos tras la cabeza, la miró con una mala cara.

-Déjame al menos preparar las cosas.

-No. -Soltó Sayumi, volviendo a atarse el cabello. -Estás convaleciente, no vas a trabajar.

-Vas a enloquecer, tonta.

-Me da igual. -Decidió la contraria mientras preparaba una bandeja con los sakes y el aguardiente.

-No estás acostumbrada a llevar una taberna, menos aún en días tan ajetreados.- recriminó, tranquila.- ¡Mañana no podrás levantarte de la cama!- gritó, mientras la de cabello rosa se alejaba a toda prisa.

-Los sakes, el aguardiente y el pastel. -Informó mientras los iba dejando en las mesas. -El agua de los tés está a punto de hervir y traigo ahora la fregona.

Mio suspiró ante la escena. Se puso en pie y se fue, en silencio. Con el ajetreo, Sayumi apenas notó su falta.

-¡Más sake!

-¡Más vino!

-¡Más tarta!

-¡Cerveza por aquí!

Sayumi se llevó las manos a la cabeza por un momento y cerró los ojos para tranquilizarse. Con Mio aún sin fuerzas suficientes, su padre ocupado en su propia taberna y el colorido grupo durmiendo, estaba sola y al borde del colapso, pero debía mantenerse lo más serena posible. Era la celebración de una batalla importante ganada en aquel lugar en los tiempos del Rey Joo-Nam, y la gente estaba de fiesta e iba a cualquier antro para festejar.

-Que Mio no lo note. Mio necesita estar tranquila. -Se repetía una y otra vez como un mantra mientras servía las mesas, fregaba y cocinaba a la vez.

La de cabello violeta se plantó frente a la puerta. Se sintió un poco culpable, pero terminó llamando con suavidad y reprimiendo sus impulsos de golpear a patadas. Tardó unos segundos, y por un momento planeaba irse y rendirse, pero luego la puerta se abrió y reveló al chico albino, frotándose los ojos medio dormido, despeinado y con las ropas descolocadas.

-¿Mio-san? -Intentó reconocer mientras su mirada todavía se aclaraba. -¿Ya es hora de cenar?

-De hecho...- comenzó, algo avergonzada. Bajó la mirada.- Me gustaría pedirles un favor.- comenzó, indecisa.

-Si es por la herida que no dejó terminar de curar, Yoon está durmiendo y no le voy a despertar. Él tiene que dormir.

-N-no, mi cuerpo no necesita...- recordó haber prometido tratar de cuidarse un poco, y detuvo su hablar.- No es eso. Es que...- su voz se apagó un poco, y los gritos provenientes del piso de abajo tomaron unos segundos de protagonismo.

-¿Qué es todo ese estruendo? ¿Hay una pelea de nuevo? -Aquella posibilidad espabiló a Kija totalmente.

-No.- tranquilizó ella.- Es sólo que hay demasiada gente abajo y Sayumi no me permite ayudarla con los pedidos. Está tan ocupada que apenas tiene tiempo de respirar. Quisiera pedirles que la ayuden allí, al menos un par de horas. Les pagaré lo que decidan.- pidió, seria y educada, haciendo una reverencia ante él, profunda y recta.

Hermanas a pesar de la distancia - Akatsuki no YonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora