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Jennie empezó a sentir un fuerte hincón de dolor en la sien, sumado a que sentía demasiado calor y parecía que se iba a asfixiar

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Jennie empezó a sentir un fuerte hincón de dolor en la sien, sumado a que sentía demasiado calor y parecía que se iba a asfixiar. Abrió perezosamente sus ojos y jamás se esperó encontrarse en tal situación. Mucho menos con Lisa.

¡¿Qué había pasado?!

Parpadeó varias veces hasta que los recuerdos llegaron a ella como una lluvia de estrellas por la noche.

"¡Lalisa Manoban, me gustas!" "¡Me gusta mucho, maldita sea!"

—Mierda —susurró demasiado bajito. No podía creer el gran show que había hecho estando ebria. Vergüenza absoluta.

"¡Me gustas mucho!"

Sintió sus mejillas arder y casi contiene la respiración al notar que el rostro de la pelinegra descansaba en su pecho, mientras uno de sus brazos rodeaban su abdomen, dejándola cohibida y avergonzada. ¿Qué tanto habían avanzado en la madrugada?

Un momento.

Su cabeza hizo clic al recordar más cosas, sus ojos se abrieron desmesuradamente y el rubor en sus mejillas ascendieron a un nivel más elevado, sintiendo todo su rostro arder.

¡La besé! ¡Dios, besé a Lisa!, gritaba mentalmente, aún sin poderlo creer del todo.

Aquel perfecto momento llegó a su mente y agradecía a todos los dioses el no haber olvidado aquello. Jennie creía que tenía una gran suerte al recordar las cosas que hacía estando ebria o al menos lo que hizo anoche.

La tailandesa empezó a restregar su mejilla en el pecho de la castaña, dejando a esta totalmente estática. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al pensar lo bonito que sería despertar todos los días de su vida de esa manera, con Lisa a su lado y un corto beso de buenos días. Aunque el haberla besado era sorprendente y maravilloso, Jennie también se sintió vacía y decepcionada al saber que lo hizo estando ebria y no en todos sus sentidos activados, ahora que lo analizaba, sólo tenía el recuerdo en su mente. Mas no podía volver a conectarse con aquellas sensaciones que de seguro Lisa provocó en ella durante el beso.

Soy una tonta, se reprochó con total desánimo.

Sin embargo, unos leves ruiditos que provenían de los labios de Lisa, la hicieron ponerse en alerta. Solo esperaba que la pelinegra no se molestara con ella y la botara de su habitación.

Dios, se sentía en el lugar correcto y con la persona correcta. Así, en una habitación común, en un día corriente; si era junto a Lisa, todo podía ser perfecto.

La chica se removió levemente y, soltando un suspiro, fue como abrió sus ojos con lentitud, justo en el mismo instante en que Jennie dirigía su mirada hacia ella. Las mejillas de Lisa se colorearon de un tierno tono carmín, no solo por la situación en la que estaban, sino también porque el recuerdo del beso en la madrugada llegó a su mente.

Esperaba que Jennie no recordara absolutamente nada.

—Ho-hola Lisa —susurró bajito, acercando su rostro al de la pelinegra con alguna intención.

Manoban pareció reaccionar y rápidamente se separó. Sentándose mientras juntaba sus manos y esperaba no entrar en una conversación desagradable.

—Uh, sí..., buenos días, Jennie.

La mencionada la miró un par de segundos más, soltó un suspiro hondo y se reincorporó a su lado. Ambas podían sentirlo, todo era demasiado incómodo.

—Lisa, yo quería dis-

—Tu amiga me llamó en la madrugada —la interrumpió—. Estabas demasiado ebria y ella no podía dejarte sola —su mirada fue a parar hacia la mayor—. Y claramente yo tampoco podía quedarme aquí sabiendo que estabas inestable.

—Gracias por eso —confesó apenada—. Y lamentó las circunstancias por las que te hice pasar para poder ayudarme.

—No es nada —respondió cortamente—. ¿Las amigas se ayudan, no?

Bien, esa pregunta no era nada buena para el bienestar emocional de Jennie. ¿Era normal sentir una profunda decepción al haber escuchado eso de los labios de Lisa?

Dolía, dolía jodidamente.

—Ah, sí —carraspeo levemente—, claro, eso somos —Lisa evitó el contacto visual y se levantó de la cama—. Yo ocupo un momento el baño y me voy —prosiguió—. El lunes en la mañana te devuelvo tu ropa.

—Está bien, no te preocupes. Pero, Jennie... —la llamó captando rápidamente su atención—. ¿Podrías traérmelo mañana?

—¿Mañana? —frunció levemente el ceño—. Pero mejor lo traigo el lunes, antes de irnos a la universidad —aclaró con calma.

—No, no. El lunes saldré mucho más temprano y creo que no podrás llegar a esa hora.

—Claro que sí podré. Sabes que no tengo problemas con eso.

—Gracias, pero iré sola —respondió mirándola directamente.

La castaña sintió como su corazón se oprimía al escucharla de manera tan dura y fría. ¿Por qué se comportaba así?

—De acuerdo, pero si tienes algún cambio de pare-

—No, no creo que lo haya. De todas formas, muchas gracias.

La situación era tan incómoda y tensa que fácilmente podía cortarse con una hoja de papel.

Jennie volvió a asentir con lentitud, mientras la observaba. Realmente deseaba poder entender lo que estaba pensando Lisa en ese mismo instante.

Todo era tan extraño y confuso para Kim. ¿Realmente había cometido algún error?

Luego de una para nada agradable despedida, Lisa cerró la puerta de su habitación y se lanzó bruscamente en el colchón

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Luego de una para nada agradable despedida, Lisa cerró la puerta de su habitación y se lanzó bruscamente en el colchón.

—No, no puedo sentir algo por ella, ni por nadie —murmuró para si misma—. Solo estoy aquí por mis logros y para seguir mis estudios académicos. Nada más —se abrazó a sus piernas haciéndose un ovillo—. No puedo permitir que alguien me dañe —su mente estaba muy confusa y el recuerdo de aquel beso solo la abrumaba.

No es como si todo aquello fuera fácil. Lisa no quería vincularse sentimentalmente con nadie. Tenía miedo, estaba insegura.

 Tenía miedo, estaba insegura

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Sucker for you | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora