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Lisa recostaba su espalda en el pecho de la mayor, sintiendo como esta le susurraba palabras lindas y le dejaba castos besos por el cuello

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Lisa recostaba su espalda en el pecho de la mayor, sintiendo como esta le susurraba palabras lindas y le dejaba castos besos por el cuello. Aquellos cálidos brazos rodeaban su cintura y la pelinegra sonreía mientras acariciaba con delicadeza las manos contrarias.

Su burbuja de amor y descanso se vio interrumpida por un par de toques en la puerta.

—¡Jennie! ¡Lisa! —la voz de Jisoo resonó.

—Diablos, lo había olvidado —murmuró la castaña disgustada. Lisa soltó leves risitas, ganándose un par de besos en la mejilla por parte de Kim.

—Ya es hora de irnos, además Rosé quiere hablar al respecto.

—Pero yo quiero estar así todo el día contigo —se quejó dulcemente, haciendo que la pelinegra ladeara el rostro y ambas juntaran sus bocas en un tierno y corto beso.

—Hay mucho tiempo para eso, Nini.

—Pero me he perdido más de dos días, ha sido demasiado tiempo el que he estado lejos de ti —reforzó su agarre en la cintura adversa.

—Estás exagerando.

—Mientras se trate se ti, exagerar no me importa
—bromeó, acomodando su mentón en el hombro de la tailandesa. Más toques interrumpieron—. ¡Ya vamos!

—Será mejor que me sueltes, no podemos caminar bien así.

—Claro que sí se puede —refunfuñó, apegándose más. Sacando una leve sonrisa en la menor.

—A veces eres tan infantil —se deshizo del agarre y dio media vuelta para tomar la chaqueta de Jennie entre sus manos.

—Y tú eres demasiado preciosa —susurró, sosteniéndola por la cintura para acariciar su nariz con la contraria.

—No es verdad —la retó dulcemente, cerrando los ojos ante el tacto tan cálido que recibía.

—Sí lo es, eres un ángel... —sonrió levemente—... Mi ángel —culminó la frase, dando paso a un nuevo y profundo beso, ladeando sutilmente la cabeza para hacer de la sensación una más íntima. Estuvieron tan sumidas, disfrutando del cariño y el amor en la otra boca, que un grito algo exagerado fue el que logró romper con su momento.

—¡Hey!

—¡Cállate Kim! —respondió la castaña al instante. Viendo como la azabache abría aún más la puerta y se adentraba al salón.

—¿Y por qué me gritas? —le reprochó.

—Yo debería hacer eso a ustedes.

Rosé logró entrar después.

—Estuvimos tocando y no respondían. Solo queríamos saber si ya todo estaba bien.

—Pues nos interrumpieron —frunció el entrecejo.

Sucker for you | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora