✧; ¦ O34

5.6K 545 88
                                    

—Muero de hambre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Muero de hambre. ¿Por qué no te apuras? —habló Jisoo dramáticamente—. ¿Quieres ver a tu amiga descomponerse?

—¡Yah~! —se quejó la pelinegra suavemente—. No seas dramática.

—No, no, yo soy realista —se encogió de hombros mientras asentía solemnemente.

—Solo espera un poco. Jennie dijo que la esperara por aquí.

—¡Claro! —exclamó con sarcasmo—. Primero es tu noviecita antes que yo, me dueles Manoban.

La mencionada rodó los ojos mientras una pequeña sonrisa se surcaba en su bello rostro.

—Soo, sabes que no es mi novia.

—Todavía~ —canturreó.

Iba a discutir ante ello, pero una voz muy conocida para ella, hizo acto de presencia.

—¡Lisa! —y para cuando la tailandesa volteó rápidamente, unos fuertes brazos rodearon su pequeña cintura—. Hola, bebé —murmuró cerca de su oído, para luego esconder su rostro en la curvatura del cuello de Lisa. Inhalando el dulce y fresco perfume que portaba su chica.

Ah, ese se había vuelto el lugar favorito de Jennie. Tan cálido e íntimo.

—Uh, hola —contestó como pudo, el sobrenombre la había hecho avergonzarse. Dejando como evidencia sus sonrosadas y adorables mejillas.

—Saqué la mejor nota en la prueba de Química —se separó levemente para mirar aquel precioso rostro, mientras mostraba una amplia sonrisa en donde sus ojos se hacían dos tiernas y curiosas líneas—. ¡Pude hacerlo, Lili! —exclamó feliz.

—Estoy muy orgullosa de ti —dijo con sinceridad, colocando ambas manos en el pecho de Jennie.

—Todo es gracias a ti, tú me ayudaste un montón —besó aquella nívea mejilla sin pena alguna de que los demás estudiantes que pasaban por ahí las vieran. A Kim le daba igual lo que ellos pudieran pensar.

Y es que a decir verdad, tanto chicas como chicos miraban aquella escena con fastidio. Muchos con alta envidia de que alguien tan corriente como Lisa pudiera haber conseguido lo que nunca nadie pudo con Jennie.

Solo eran pocos los que miraban todo con ternura. Es decir, ¿quién hubiera imaginado ver a Jennie Kim siendo tan dulce y cariñosa? Era algo sorprendente y algunas chicas ya deseaban profundamente encontrar a alguien como ella.

—Por supuesto que no, fuiste tú la que se empeñó por aprender. Es tu logro, Nini.

—Eres la mejor maestra —susurró con diversión, besando varias veces más su rostro.

—Ya, me haces cosquillas —hablaba con una sonrisa apenada, intentando ladear su rostro en modo de juego.

—Solo quiero mimarte un poco —respondió feliz, amaba esos pequeños momentos que podía tener con Lisa.

Juntas, en su cálida burbuja de dulzura. O lo fue hasta que una azabache volvió a interrumpir, alegando de que iría a la cafetería antes de morir de dizque desnutrición. La pareja rompió en sonoras risas, dejando que Jisoo se fuera si así lo quería. Ellas estaban demasiado ocupadas como para ir a un lugar más concurrido.

La castaña seguía sosteniéndola por la cintura, ambas se balanceaban lentamente como si estuvieran marcando un romántico baile, típico de aquellas películas antiguas.

—Me tienes tan mal —susurró, juntando su nariz con la contraria. Rozándola suavemente y con amor—. Me tienes por completa, Lisa.

La conversación era tan baja e íntima que hacía del momento aún más especial. Tanto el corazón de la pelinegra como el de Jennie latía con desenfreno y rapidez, de esos latidos que indicaban que se estaba produciendo un profundo sentimiento. Un sentimiento basado en la ilusión y el amor recíproco que se tenían fielmente.

—Y jamás voy a querer cambiar eso —volvió a hablar.

—¿Segura? —murmuró, elevando su mirada, luciendo un brillo precioso que podía hacer que las estrellas de la constelación la envidiaran por completo.

—Total, totalmente segura —concluyó, acortando la poca distancia para poder por fin, besar aquellos suaves y gruesos belfos. Un toque suave y acompasado, sin ninguna otra intención que no sea demostrar cuánto amor tenía por Lisa y cuán rendida estaba por ella.

Jennie lo sabía.

—¿Puedo declararme tu única y oficial chica tonta que está más que perdida por ti? —cuestionó con una pequeña sonrisa luego de haberle dado un corto beso en aquella redondita nariz.

—¡Jennie! —exclamó, sabía que la coreana la estaba haciendo avergonzar a propósito—. Sé lo que intentas.

Lisa ya sabía que aquellos comentarios causaban fuertes sensaciones y también tenía en cuenta que Jennie amaba provocarla.

—No lo siento. Amo cuando te sonrojas —su pequeña nariz fue delineando una de las tersas mejillas de la contraria—. Amo cuando puedo causarte cualquier efecto —susurró.

—¡Yah! ¿Por qué siempre dices estas cosas? —fingió molestia. Pero su corazón estaba más que conmovido cuando Jennie siempre se sinceraba.

Formó un pequeño y adorable puchero que la mayor no dudó en besar hasta que desapareciera por completo. Ambas seguían sonriendo genuinamente mientras pasaban el corto lapso de tiempo entre ellas.

—Quiero pedirte algo —comentó.

—Claro —apenas y habló, mientras recostaba su rostro en el pecho de Kim y cerraba sus ojitos. Siendo mareada por una calidez y un aura tan tranquila que no podía pedir cosa más perfecta que aquella—. ¿Qué cosa es?

Jennie dejó un casto beso en su sedoso cabello y suspiró tratando de tranquilizarse. Odiaba ponerse tan nerviosa a pesar de todo y es que con Lisa todo era complicado y nuevo. Pero aun así estaba mucho más que enamorada a tal punto de poder atreverse a hacer todo por y para ella.

—Una cita, nuestra primera cita oficial.

Lisa abrió sus ojitos rápidamente, alzando la mirada para ver aquellos gatunos orbes.

—¿En serio?

—Por supuesto que sí —sonrió, besando su frente—. ¿Qué dices? ¿Aceptas?

La pelinegra sonrió con amplitud, haciendo muestra de su perfecta dentadura, de la forma en que sus preciosos ojos se achicaban diminutamente por lo grande que eran. Su naricita se frunció también y el sonrojo volvió a colorear sus mejillas.

La imagen que Jennie más amaba de todas, era cuando Lisa sonreía. Cuando aquel delicado rostro demostraba felicidad pura y la deleitaba con tan perfecta obra de arte.

—Sí, claro que sí —murmuró entre cohibida y emocionada.

Jennie pareció captar la respuesta luego de algunos segundos, puesto que esa brillante sonrisa la descolocaba de una manera que no muchos podían entender.

Jennie pareció captar la respuesta luego de algunos segundos, puesto que esa brillante sonrisa la descolocaba de una manera que no muchos podían entender

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sucker for you | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora