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—Estoy más que satisfecha —dijo la azabache sobando su pancita

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—Estoy más que satisfecha —dijo la azabache sobando su pancita.

—Será porque, no sé... ¿Te comiste casi cuatro hamburguesas? —habló Jennie con sarcasmo en cada palabra.

—No bromeo cuando digo que muero de hambre —se encogió de hombros—. Y además, no almorcé por culpa de ustedes y sus problemas sobrevaloradas.

—¡Hey! —le reprochó la castaña.

—Ya Nini, déjala tranquila —intervino Lisa, tomando la pequeña y cálida mano de su chica.

—Ustedes parecen perro y gato —bromeó esta vez Rosé, soltando una risita nasal.

—Mejor llamaré al encargado para pedirle la cuenta —se rindió la Kim menor.

—Creo que Jennie se ha vuelto un tanto gruñona.

La mencionada tratando de ignorarla, cumplió su palabra y rápidamente un joven de dulce sonrisa fue hacia su mesa.

—Disculpe, queremos saber la cuenta en total.

El joven asintió, y dándole una última mirada a Lisa, fue a la caja para solicitar el ticket y el total del monto monetario que tenían que pagar.

—No me cae —murmuró.

—¿No te cae quién?

—A ti no te cae casi nadie —otra vez el comentario de Jisoo.

—¡Yah~! —resopló—. Es solo ese estúpido, no me da buena espina.

—¡Jennie! —le reprochó la pelinegra—. No puedes llamar a alguien así.

—Se los dije~ —canturreó la mayor de todas.

—Uh, disculpen, aquí está la cuenta.

Rosé tomó el ticket y luego sacó su billetera para pagar lo que estaba impreso.

—Yo invito hoy.

—Hey, no. Todas podemos pagar —habló la castaña.

—Claro que sí, no es necesario que tú pagues todo —agregó Lisa.

—Por mí no hay ningún problema que se ofrezca —concluyó Jisoo, haciendo que Jennie virara los ojos.

Mientras las dos chicas se ponían de acuerdo en quién pagaría, nadie pudo darse cuenta de la incesante y brillante mirada que el joven tenía hacia Lisa. Y bueno, la tailandesa no era consciente de ello por haber estado limpiando sus anteojos con concentración y la naricita media fruncida. Una imagen tan tierna que podía derretir cualquier corazón.

—Está bien, está bien. Solo hoy. ¿De acuerdo? —dijo Jennie.

—No te preocupes —sonrió levemente, extendiendo los billetes hacia el mesero.

Jennie frunció rápidamente el entrecejo debido a que aquel chico no recibía el dinero por seguir viendo de más a su chica.

—Disculpa —dijo firme, rodeando con su brazo la cintura de Lisa y con la otra mano chasqueando los dedos para captar la atención del chico—. Mi amiga te está dando el dinero.

Sucker for you | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora