Capítulo 11

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— Creo que mis ojos son más grandes —puso un dedo en su mentón el chico—. Y mi nariz más pequeña—agregó.

______ rodó los ojos.

— Es mi dibujo, y si vas a seguir criticando mejor sal —siguió en lo suyo.

— Azúcar —bromeó Camilo.

Sólo recibió una mirada de fastidio por parte de la chica.

— Eran críticas constructivas —desvió la mirada—. Pero tienes razón, es tu obra de arte.

______ bajó de la escalera para observar mejor el proceso de su dibujo y asegurarse de que fuera la misma proporción.

Todo iba bien hasta que se dio cuenta de un detalle que le causó gracia, al iniciar primero con el rostro daba la ilusión de que Camilo no tenía cabello.

— Camilo pelón —soltó pequeñas risitas.

El mencionado miró el dibujo e hizo un puchero.

— Bueno, al menos no me vería tan mal —se cruzó de brazos.

— Te dejaré así hasta que comience a pintar, no tendría chiste si dibujo tus rizos y después los pinto.

— Pintame primero, si alguien ve esto seré la burla —suplicó.

— Así como tu dibujo fue el último, también lo será al momento de pintar —sonrió.

Camilo sólo fingió llorar.

— Sólo me falta tu ropa y listo, mi trabajo termina —dijo orgullosa.

— ¿Cuándo comenzarás a pintar?.

— Tal vez el próximo fin de semana, o eso quiero creer. Aveces el maestro se pone loco y nos pide proyectos —volvió arriba de la escalera.

— Hmmm, yo podría ayudarte —sonrió.

— Ahora que lo pienso podrías servirme de ayuda —lo miró—. Puedes transformarte en tu familia y así me sería fácil encontrar la paleta de colores más favorable.

— Yo me refería a pintar pero, si es lo que necesitas no hay problema —se encogió de hombros.

— Te lo agradecería mucho —sonrió.

Camilo le devolvió el gesto de inmediato.

— Oki, pero a cambio tú saldrás conmigo —soltó sin pena.

Eso bastó para que ______ comenzara a sentir calor en su rostro.

Intentó articular alguna palabra pero le era imposible por el temblor que había en su boca a causa de los nervios.

— Tu silencio lo tomaré como un sí.

— Supongo que estaría bien —trató de sonar tranquila.

— ¡Genial!, entonces esperaré a que termines para irnos. ¿Qué te gustaría hacer?

— Tú me invitaste así que, tu haz el plan.

Camilo miró alrededor mientras intentaba pensar en algo interesante y divertido, aunque poniendo un límite para que la castaña no se sintiera incómoda. 

Luego de que la chica terminó ambos salieron de casita.

— ¿La biblioteca? —cuestionó la castaña desconcertada.

Al entrar el olor a libros inundó las fosas nasales de ambos chicos.

— Bueno, por lo que he notado de ti es de que eres muy tranquila. Te gusta leer y fue lo único que se me ocurrió —murmuró por respeto a las personas que se encontraban leyendo.

En el Silencio [Camilo Madrigal] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora