28

476 59 43
                                    

Con dificultad nos dejamos caer sobre el sofá, completamente exhaustos. Habíamos tardado horas en llevar la cama que era de mi hermano hasta el apartamento de mi novio, para luego armar todo en la nueva habitación de Sean. El chico también estaba bastante cansado tanto por el viaje, como por el trabajo realizado, y se marchó a su nuevo cuarto a dormir, mientras que nosotros descansábamos por un tiempo en la sala.

John había estado otro par de horas más comprando decoraciones y cosas nuevas para su hijo por internet, cosas que llegarían mañana y durante la semana, por lo que el trabajo pesado no había terminado por hoy. Mi novio me pidió ayuda para la situación, y no había dudado en dar una afirmativa. No tenía nada más que hacer, y lo haría encantado. Sean merecía un espacio bonito y genial para él. Y si podía ayudar, lo haría con gusto.

—Paul... —murmuró mi nombre, y volteé para observarlo.

—¿Hm?

—Ya no estoy tan asustado con esto... Creo que saldrá bien. —sonreí.— ¿Seré un buen papá?

—Hoy lo fuiste, y por supuesto que lo seguirás siendo. —mi novio rió, y se dejó caer sobre mí.— ¡John!

—¡Paul! —imitó.

Exclamé su nombre bajito otra vez en forma de regaño en cuanto comenzó a besarme, y reprimí las risas porque no quería que Sean despertara de su tranquilo sueño. Su nariz se paseó por mi cuello, mientras que sus dedos permanecían estáticos en mi cintura. Ahora me sentía extremadamente mal por querer que el chico no estuviera en el apartamento y nosotros pudiéramos intentar hacer libremente otro tipo de cosas.

Nuestros labios se unieron en pocos segundos, y me dejé llevar brevemente por el momento, disfrutando demasiado el hecho de encontrarme bajo su fuerte cuerpo, sintiendo sus discretas caricias sobre la ropa y su boca moviéndose de manera increíble sobre la mía. En cuanto su lengua rozó mis labios perdí un poco la razón; era como si nos hubiésemos metido dentro de una burbuja y nada más importara afuera. Con una pizca de atrevimiento separé mis labios y le permití el paso, causando que nuestro beso se tornara mucho más atrevido que antes.

Por dios, éramos unos adultos terribles.

—Hm... Quizás debamos dejar de besarnos... —murmuré, pero sin detenerme.

—Tienes razón... Quizás deberíamos parar... —y tampoco hizo nada al respecto.

Reímos entre nuestro beso, continuando con ello sin saber hasta dónde llegaríamos realmente, simplemente disfrutando de ese momento en el lugar menos adecuado, pero aquello no me importaba, y parecía no importarle a mi novio tampoco. Sus gruesos dedos subieron por dentro de mi camiseta, y sentí por primera vez su tacto directamente en mi torso, sin una tela que impidiera ese roce que tanto me asustaba recibir porque le temía al rechazo, y me avergonzaba de mí mismo. Aquellas eran inseguridades que casi ya no se hallaban en mí, o estaban muy poco presentes.

—John... Quiero hacer muchas cosas contigo en este momento. —él curvó sus labios, y se alejó suavemente para alzar mi camiseta hasta mi pecho, acto que permití, dejándolo tocar.— Pero hay un niño en la casa, no quiero que tenga un trauma por nuestra culpa.

—Estaba agotado, no creo que despierte... Y su puerta está cerrada. —cubrí mi boca para reír, y cerré los ojos en cuanto mi atrevido y castaño vecino acercó sus labios sobre mi pecho.

—John Winston Lennon. —llamé su nombre completo en forma de regaño al sentir sus caderas descender sobre las mías. Él estaba jugando.

—James Paul McCartney. —me imitó, regresando hasta mi cuello, tocando mi torso con tanta suavidad que me generaba cosquillas.

don't touch me ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora