14

496 68 43
                                    

—No me gusta que te juntes con George. —dijo aquél que era un poco más alto que el muchacho azabache.

—Es mi mejor amigo Klaus... —pero decidió no añadir nada más al ver esa fría mirada que le lanzó.

—¿No te das cuenta de la forma en la que te mira? ¡Está enamorado de ti! —el menor negó, negó repetidas veces.

—Eso no es cierto, ¡él no es gay!

Y el silencio reinó cuando el mayor soltó una bofetada en su rostro, dejando su mano marcada en su pálida piel.

—Si yo digo que está enamorado de ti, es porque así es. Tú no logras darte cuenta porque eres estúpido. —habló cerca de su rostro, jalando su cabello.

—Lo lamento Klaus, tienes razón. Soy estúpido... —repitió sus palabras, intentando aguantar las ganas de llorar que sentía.

Paul sollozó cuando su novio lo soltó, y cubrió su boca con velocidad, sabiendo cuánto el mayor detestaba que llorara. Le decía que no era un hombre de verdad, que eso era para niñas, luego lo golpeaba, y en las peores situaciones, abusaba de él, destrozando su alma en pedazos.

—Ven aquí, imbecil. —habló furioso, tomando al muchacho del brazo para arrastrarlo detrás de él.

—No, Klaus, por favor. ¡No voy a llorar más! —rogó el menor, pero sabía que no podría escapar.

Su novio lo lanzó con brusquedad sobre la cama, y el azabache cerró los ojos con fuerza, sintiéndose arrepentido por haber aceptado aquella invitación a su hogar porque sus padres no estaban en casa. Paul sólo quería pasar un bonito momento con Klaus y ver películas mientras comían palomitas, pero en vez de eso la situación se había tornado horrible en cuanto recibió una llamada de su mejor amigo, la cual su novio no le permitió contestar y además armó un innecesario escándalo.

—Ese George nunca podrá tenerte de esta forma... —Paul lo observó suplicante, buscando algún rastro de cordura en sus ojos, pero halló únicamente oscuridad.

—Klaus... —llamó su nombre en cuanto el muchacho se subió sobre su cuerpo, comenzando a quitarle la ropa con brusquedad.

—Cállate Paul, ¡sólo cállate! —exclamó, golpeando su rostro.

Pero no había sido una bofetada como la vez anterior, le había dado un puñetazo en la mejilla, y la piel no tardaría en ponerse violeta por la inmensa fuerza empleada.

Paul no retuvo su llanto esta vez, intentando hacer el menor ruido posible mientras sentía a su novio desnudarlo por completo y ponerlo boca abajo sobre su cama. Estaba asustado, estaba aterrado, Klaus no era precisamente delicado, nunca había sido delicado con él, y sabía que ahora no sería la excepción.

—Klaus por favor... —rogó una última vez, escuchando el ruido de su cinturón caer.

—Él nunca te hará sentir como yo lo hago. —contestó, y se aferró de su piel.

Paul gritó con fuerza al sentirlo empujarse dentro suyo sin aviso alguno, moviéndose con ferocidad sobre su cuerpo, utilizándolo a su antojo, como si fuese un objeto desechable. El dolor lo hacía llorar y estremecerse, no podía sentir ni una pizca de placer en su cuerpo, sólo dolor y tristeza. Sentía sus dedos enterrarse con tanta fuerza en sus caderas que estaba seguro de que quedarían marcas, y todo se tornó peor en cuanto el mayor se movió con tanta brusquedad que Paul sintió su vista borrosa por las intensas e insoportables punzadas.

Sería mucho mejor desmayarse, que sufrir de esa manera.

Pero su vista nunca se fue a negro, y los movimientos cesaron en algún momento, haciéndolo sentirse aliviado, y con ello, su llanto se volvió más bajo, temeroso por ser oído y golpeado en respuesta, o peor, una segunda ronda de sufrimiento. El mayor se alejó, desapareciendo de la habitación en búsqueda de algo para limpiar. Paul se desplomó en su lugar, sintiendo un intenso dolor en toda su espalda baja, en su rostro, y entre sus piernas. Reprimió un quejido en cuanto sintió la incómoda sensación de un líquido escurrir desde su interior, y llevó sus dedos entre sus muslos nervioso, queriendo llorar aún más cuando vio sangre en ellos.

don't touch me ; mclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora