¿𝐏𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐧𝐨 𝐥𝐨 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐫𝐝𝐚𝐛𝐚?

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Frío, soledad

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Frío, soledad. Ella no estaba. De nuevo como una cinta que no para de reproducirse, mi día se repetía. Comenzando por su falta a mi lado. En todo el tiempo viviendo bajo las cuerdas que los Kim manejaban a su antojo, no llegué a avistar la huida de Jennie a su trabajo. Nunca llegué a despedirme. Y mis pesadillas mitigantes hasta del poco tiempo que tenía para apartarme de esta realidad, era lo que me lograba despertar y hacerme consciente de su falta, del frío a mi lado.

El frío era más notorio en mi rostro cual cubierto de una fina capa de sudor se encontraba, siendo esas pesadillas violentas las culpables de mi errática respiración. Y con un movimiento abrupto salí de mi cama, huyendo vanamente en busca de saciar la resequedad de mi garganta tan exteriorizada en mis labios. Cubriendo mi cuerpo con una larga gabardina junto que apenas era acobijado por mi pijama de fina tela, salí a pasos apresurados.

Pero tal quietud ensordecedora que me recibió a las afueras de mi habitación, fácilmente me agitó nuevamente. Un lugar tan grande y vacío, ¿podía ser posible? Cuál era la necesidad de vivir en lugar tan amplio donde apenas se ocupaban cuatro habitaciones de... diez, quizá. Sí, diez. Y un vuelco me sacudió internamente al punto de desacelerar mis pasos y congelarme tras una puerta donde proveniente murmullo tan vago en el misterio de mantenerse como secreto entre quienes hablaban, se coló por mi audición.

Y acercando mi cuerpo tan deseoso de dar por enterado el tema que discutían y que de seguro llevaba mi nombre como título, me acerqué cuidadosamente sobre lo amaderado de la puerta ornamentada en figuras talladas, ladeando mi rostro para dejar colar el murmullo por mi odio.

—Ya son muy intransigentes estas situaciones —aquella voz profunda la identifiqué de inmediato. Tal serenidad como petulancia sólo podía provenir de engreído ser: Kim Taehyung—. Se debe de actuar. El momento que le hará recapacitar a Jennie y, acceder, será cuando Jane esté presente.

—No lo sé, Taehyung. Y no lo digo por el hecho que claramente es irrefutable. Sino por Jennie. Se necesita que esté... de acuerdo, es importante...

Una mano huyó a la altura de mi boca, cerrando cualquier espacio a la huida de algún sonido que diera a entender que había alguien tras la puerta. Alguien cuyas sospechas ahora eran comprobadas; Jennie estaba siendo coaccionada, querían algo de ella y ésta se estaba negando... Pero, ¿qué era?

—Lisa, ella..., ha sabido cómo ganarse a Jennie, ¿no? Quién lo diría, Jang. Jennie Kim siendo persuadida por su objetivo... Esto será un grave problema.

¡¿Qué?!

La situación ya era a más, y envalentonada, despegué mi mano de mi boca llevándola, ahora, a la perilla de la puerta. Los iba a encarar, me tendrían que explicar de una vez lo que sucede, lo que inmiscuía a Jennie y... nuestro amor.

—¿Mañana de espías, Manoban?

Un susto atroz sacudió mi postura ahora de espaldas a la puerta encarando a quien con sonrisa ladeada recorrió mi figura agitada. Y allí estaba la otra pieza de los Kim; Kim Jisoo. Ella que siempre estaba pulcramente vestida, con su pelo negro y bien peinado cayendo ondulado a los lados. Ella quien siempre posaba mirada centellante en mí, como si evaluara más allá de mi figura al punto de fruncir su ceño al serle difícil dar con algo más.

𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐍𝐒𝐈𝐎́𝐍 𝐊𝐈𝐌 ➤𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora