Huir de una verdad.

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¿Cómo cedí? Aún vago en mi mente decepcionada de mi terco corazón, ese quien decidió por todo y dejó entrar a Jennie. Esa que aún era la chica cuidadosa, o lo quería aparentar al dejarme una bandeja de comida sobre una mesita de madera vetusta. Esa que ahora se paraba frente a mí, con un rostro cuales rasgos eran un sinfín de emociones. Pero al alzar su mirada, sus orbes muy abiertos los fijó en los míos, permitiéndome ver el color contrariado con que se pintaban. Esos que ahora se humedecían con unas lágrimas que... que no dejaría me sosegaran.

—Es bueno que quieras hablar —hablé primeramente antes de dejar espacio a sus palabras, esas que lograron encantarme y llevarme al dominio y planes de otros—. Porque yo tengo mucho que hablar. O más bien, mucho que preguntarte, Jennie.

—Bien Lisa, pero antes tienes que saber que...

—No, Jennie —la interrumpí obteniendo un bufido ante mi tono arisco y fuerte—. Déjame hablar primero. Porque si hay algo que debo saber, es sobre la muerte de BamBam —su ceño se frunció hasta que las líneas de expresión se desdibujaron al ampliar sus ojos—. Pero qué digo. Me refiero a, el asesinato de mi hermano BamBam.

—Eh... —su boca comenzó a bailotear mientras dos pasos hacia atrás la alejaron de mí. Hasta que alzó su mirada y me inquirió con cierta duda—: ¿Qué sabes? ¿Recordaste?

Dolió.

Dolió que con simple inquisición diera cabida a la creencia de que sabía que lo ocurrido con BamBam, estaba en mis recuerdos, en un único recuerdo en alguna parte oscura de mi mente. Y que ahora salía a la luz. Que ahora ella estaba a la espera del desglosamiento de un relato que ya conocía, por ser la ejecutora del mismo.

—¿Qué sé? Lo mismo que tú, pero desde otra perspectiva. Una muy mezquina, nefasta, una muy... —mi mandíbula se tensó sellando mis labios temblorosos, esos que aún no eran tan valientes en culpar a quien amé... y viéndola, sabía que aún la amaba—, muy despiadada. Una que es tan impía de mi amor por dos personas importantes para mí.

—A ver, Lisa. No estoy entendiendo a qué te refieres. Déjame que te...

—¡Detente! —alargué mi mano y retrocedí los pasos que ella dio hacía mí. Sí sentía su calor, su voz, su carica, sabía que caería ante ella, pisoteando la memoria de mi hermano—. ¿No entiendes? Te puedo explicar. ¡Pero comencemos por una explicación tuya del porqué! ¡¿Por qué mataste a mi hermano?!

Su rostro se congeló, y sólo fue aquel sollozó que soltó en una exhalación, el que le llevó a descomponerse con mirada fija en algún punto muerto. Muda. Estática. Apartada del contexto. Llevando su mano a la altura de su pecho donde, empuñó la tela de su abrigo de invierno. Y dolor fue lo que su mirada cual se alzó de a poco, me trasmitió, tras negar par de veces en compañía de unas lágrimas.

—¿A eso te referías con tu lo siento, Jennie? ¿Eso querías que te disculpara? —Y pequé. Pequé al acercare a ella y, tomarla por su mentón. Porque la estaba sintiendo al punto de debilitarme. Su dolor, me estaba calando. Sus lágrimas, me estaban ahogando—. Dime, Jennie. ¿Acaso crees que simple, lo siento, repara una muerte? ¡Dime! ¡¿Por qué?! ¡¿Qué sabía él de ti que lo callaste para siempre?!

Quedarme frente a ella no me ayudaría, me quebrantaría. Y sus rasgados ojos bañados en dolor, ayudaban en ello. La solté, pero me mantuve allí, esperando, notando como parecía quedar sin palabras. Como si cualquiera que dijera, fuera una nimiedad a la verdad que ya recordaba. Como si fuera absurdo intentar darle una explicación coherente. Porque realmente era absurdo.

—Sabes, tengo muchas preguntas Jennie, y sé que... —mis suspiros entrecortados que tenían por objetivo frenar mi llanto, no dejaban proseguir mi relato, o quizás era mi corazón que no soportaba que siguiera exponiendo aquello que le arrugaba y descomponía en latidos afligidos—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Ellos te obligaron? Tú..., ¿tú diste conmigo porque ya era algo planeado? ¿Tú... me amas?

𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐍𝐒𝐈𝐎́𝐍 𝐊𝐈𝐌 ➤𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora