El aire escapó deliberadamente de mi pecho. Alta arquitectura. Miles de ventanas. Cotilla en los pasillos y rededores sobre cuentas, números, estadísticas... Mi lugar de trabajo. Sonreí abiertamente mientras saludaba a quien encontrase en el camino, contagiando mi felicidad de poder volver a estar en este lugar. Dinero, apuestas, intuiciones, estadísticas y... una cuenta aumentando al finalizar el día.
Amaba mi trabajo. Podía ser llamado obsesión, pero no. Realmente amaba mi trabajo.
—¿Qué hay para hoy, Shin? —me dirigí a mi secretaria; una pasante muy joven que siempre era atenta y la curiosidad dueña de su lengua que siempre inquiría cualquier duda sobre el área.
—Buen día, Señorita Manoban —me saludó tras una reverencia, para luego alzar un pulcro y ordenado block de notas—. Eh... Bueno, tiene unas reuniones más tarde con algunos clientes, pero actualmente el Señor Kunpimook, la espera en su oficina.
BamBam. No lo esperaba. Él es mi hermano. Compartimos la misma área de trabajo, pero cada uno en distinta corporación, algo que... a la larga se convirtió en cierta competencia que a su vez se tradujo en el objetivo del orgullo de un hombre; nuestro padre. Sé que nos ama, pero su carácter, inhibiciones y demás actitudes para con nosotros nos llevaron a ser recelosos con aquello que comprara el reconocimiento de él hacia nosotros.
Y sí. Hablo del trabajo.
Sin embargo, manteníamos un patrimonio en conjunto. Según nuestro padre era de necesidad para que esto salvaguardara el apellido Manoban en el tiempo. Otra razón para desligar aquello de hermandad y ser recelosos en el cuidado y aportación de igual cantidad a tal patrimonio familiar.
—Gracias, Shin. Por favor, cualquier llamado o cita, extiéndelo para más tarde, ¿vale? Necesito privacidad para hablar con mi hermano.
Sin darle más larga al saber el motivo que trajo mi a mi hermano hasta mi territorio, di sonido a mis pasos sobre los azulejos blancos. Siendo precavida al abrir la puerta cual dio panorama a mi mirada que buscaba una figura. Y allí estaba. Normalmente me espera sentado en el los sillones que conforman el pequeño recibidor en mi oficina, o de pie con postura recta y brazos cruzados frente a la ventana contigua a mi escritorio.
Pero ahora sólo estaba de pie caminando de un lado a otro, sus manos entrelazadas dando vueltas entre sí. Incluso su corbata, cual siempre relucía perfecta entre su prolijo traje, estaba deshecha. ¿Por qué estaría tan desaliñado a tan tempranas horas de la mañana?
—¿BamBam? —mi llamado pareció espantarle, como si fuese sido descubierto en el área de un crimen siendo él el culpable. Alzó su mirada... pavorida, enganchándola con la mía que ahora estaba alerta. Podía leer a metros sus emociones, siempre fue así y lo que leía ahora, no me gustaba—. ¿Qué sucede? ¿Por qué... abandonas tu área de trabajo y vienes a mí en tal estado?
ESTÁS LEYENDO
𝐄𝐋 𝐌𝐈𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐍𝐒𝐈𝐎́𝐍 𝐊𝐈𝐌 ➤𝐉𝐄𝐍𝐋𝐈𝐒𝐀
Fiksi Penggemar✨ Ganadora de los premios Wattys 2022✨ Mi vida... ¿Mi vida? Describir mi vida sería acto muy mezquino a mis sueños. Sí, esos que nos llenan de la ilusión tras una sonrisa que parece obviar que aquello no es real. Pero no quiero ser filosófica, sólo...