Prólogo: Sueños incómodos

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Ralsei amaba la hora de dormir. Sus padres, a pesar de la humildad en la que vivían, le habían creado la mejor de las camas. Era alta, mullida, y dormir en ella se sentía verdaderamente como un sueño. Las mantas eran cómodas y envolventes. Sólo unos segundos bastaban para que se dejara caer en el más profundo de los sueños.

Cuando cerraba los ojos, lo único en lo que podía pensar era en su amado. Su sonrisa tenue, sus manos que siempre buscaban las suyas y sus ojos: esos orbes celestiales que solo él podía apreciar en completa libertad.

Dormía completamente satisfecho imaginando sus abrazos y mimos como si estuviera aún con él. A veces suspiraba dormido, recordando los breves momentos que pasaban a solas y su amor podía expresarse con mayor libertad, aunque la timidez los detenía.

Sin embargo una noche, tras llevar un año con su nueva vida de Lightner, algo fue diferente, por lo que despertó algo conmocionado y confundido: sus sueños de siempre parecían haber sido alterados y percibía quedamente una delicada voz que pedía socorro desde la lejanía, aunque se confundía entre la música y las ilusiones de siempre. En su ensoñación podía verse a él y a Kris compartiendo su sincero afecto, pero una nueva figura lo comenzó a atormentar como una sombra, vistiendo una capa e implorando con sus manos juntas.

Para calmar a su agitado corazón, trató de escribir lo que sentía en un curioso cuaderno, sin nombre ni portada. Aquello le había parecido tan maravilloso como aterrador, así que comenzó a redactar desde ese momento cada vez que soñaba, sin darse cuenta que había gastado decenas de hojas con sus propias explicaciones.

A la mañana siguiente de un último sueño, su madre le vio con preocupación. Grandes ojeras enmarcaban sus ojos, y estaba demasiado callado. Quería saber lo que pasaba, así que sin más comenzó a charlar:

-Tal parece que no dormiste nada anoche ¿algo te preocupa, querido? Puedo ayudarte en lo que me pidas.

-N-no es nada, mamá, estoy bien de verdad.- contestó el príncipe, aunque su semblante preocupado era evidente, al igual que su respiración.

Sarah se acercó a su hijo mientras le extendía el desayuno y acariciaba su cabeza con sumo cariño. La dulzura y afable carácter de él, habían logrado que ella le cogiese muchísimo afecto, por lo que estaba intranquila al verlo de esa forma. Insistió sutilmente.

-Yo también fui joven, pequeño. Has tenido el año más potente de tu vida. Ya me contaste tu solitaria existencia antes de eso... ¿algo anda mal con aquello? Si necesitas cualquier consejo, estaré aquí para ti, nunca lo olvides: Somos familia.

Viendo el interés genuino de ella por ayudar, resoplando con alivio un suspiro tan hondo que llenó toda la cocina, trató de explicar con sus mejores palabras todo lo que su interior estaba sintiendo. Sabía que no lo juzgaría. Había demostrado quererlo y alegrarse por sus amigos y por su felicidad en cada momento compartido con su caballero y también entender las miles de aventuras que debió enfrentar en completa soledad.

-Esto realmente es muy confuso para mí. Tengo que hablar con Kris; estoy soñando muchas cosas nuevas desde hace un tiempo y estoy seguro que aquel largo camino acabará pronto... También debo hacerlo con Susie. Algo está por ocurrir y sólo ellos pueden ayudarme...- su relato se cortó de súbito, mientras bajaba la vista hasta encontrarse con sus sudorosas manos, que ondulaban secretamente debajo de la mesa.

- ¿Con qué van a tener una nueva aventura? Hijo, los sueños, sueños son... Pero si algo te aterra o preocupa, ellos son tus amigos y creen en tí. Deberías hablar de esto y salir de preocupaciones. Te aseguro que todo estará bien.

Ralsei miró a su madre con una mirada dulce. Era verdad. Si a alguien podía decirle lo que significaban todos estos sueños, era a sus amigos, sobretodo a Kris, que era con quien sentía profundo amor luego de todo lo que había pasado. Lentamente se sonrojó ante eso.

-Soñar está bien; que aquello se haga realidad depende del destino- dijo, mientras buscaba su bolso y se preparaba para salir al trabajo -ten un lindo día de escuela, mi niño, y no te preocupes, a veces los sueños no significan nada.

- O lo significan todo...- Respondió Ralsei, aunque su mamá ya no lo escuchaba, pues se había marchado.

El pequeño mago se quedó un tiempo sentado. No quería ir a la escuela, pues seguía inquieto y sabía que sería difícil enfrentar a la Pandilla. Pero cómo si se tratara de una coincidencia de la vida, alguien tocó su puerta.

-Mi adorado Príncipe Ralsei, hoy íbamos a juntarnos antes de clases para terminar el proyecto grupal con Susie y Noelle y no llegaste ¿estás bien? Podemos caminar juntos a la escuela...

- E-espera, no me siento bien hoy...

El pequeño príncipe no pudo esperar a la respuesta de su caballero, que permanecía inmóvil en la puerta, por lo que la abrió lentamente, haciendo notoria su cara completamente aterrada y sus ojos vidriosos por sus emociones. Esperaba que con eso, su amado decidiera irse, y continuar su jornada, pero logró una reacción completamente inversa.

- Mi suave alteza, pareces preocupado. Déjame ayudarte- le dijo con un tono dulce y cercano, mientras acariciaba las mejillas del contrario, analizando su calor. En un impulso algo atolondrado, lo atrajo hacia sí y lo levantó, llevándolo cargado a su cama de la forma más cuidadosa que pudo.

Ante esto, el corazón del pobre mago ya no lo podía soportar. Su estómago se revolvía frenéticamente y comenzó a sudar sus manos. Recordó su último sueño y cerró bruscamente los ojos, tratando de componerse para calmar a Kris.

-N-no debes preocuparte... no estoy enfermo, solo... Tú sabes lo que pasa. Por favor vuelve a la escuela, o tu mamá se va a molestar contigo, y Susie y Noelle se preocuparán...- le dijo finalmente, cuando ya estaba por completo acomodado.

Se sentía como el más pomposo de los soberanos ante la cantidad de almohadas que colocó el humano a su alrededor además de una bella bandeja plateada que cargaba encima una tacita de té herbal.

Kris se sentó a sus pies y lo miró fijamente. Por un instante, recordó que habían tenido sueños muy extraños junto a Ralsei y Susie hace unos meses, y estaba algo intranquilo, pero no podía estar seguro si era lo mismo, así que esperó que si el príncipe quería, le contase.

Ante la respuesta silenciosa de su compañero de no marcharse, Ralsei suspiró un poco. Se levantó de su trono improvisado y buscó entre sus cosas hasta encontrar el misterioso cuaderno donde escribió las noches anteriores. Tomó la mano de su caballero con mucho cariño y le extendió aquel registro, aún cuando no podía fijar su vista en él y la tenía completamente clavada en las tablas de madera del piso.

-Lo que me pasa, se encuentra aquí. Esta es una Bitácora de Sueños. Aquí están todas las visiones que hemos tenido del Mundo Onírico y es el momento de compartirlo contigo. Aquí está el recuento hasta la noche pasada. No es mucho, pero realmente necesito que me digas que piensas de esto... y lo que haremos para terminar esta cruzada. Yo tengo algo de miedo. Lee con cuidado desde el principio y dime lo que piensas.

Absorto por la sorpresa y una incipiente curiosidad, Kris abrió el cuaderno como le pidió anteriormente Ralsei, y comenzó a leer.

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