Los temores son necesarios

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26 de diciembre de 202x

Pasamos una linda fiesta de Navidad, aunque fue algo más desanimada que el año pasado. La sequía de sueños ha afectado hasta a las más consagradas con las fiestas, como las Holiday, que permanecen sobrias y planas, aunque intentan disimular.

Nos reunimos en la casa del árbol para charlar y aunar ideas sobre todo lo que pasamos estos días, pero nadie quería hablar mucho de eso. Insistí amablemente, trayendo conmigo un gran pastel de fresas, para compartir con ellos y la mejor de las disposiciones.

Kris sigue enfermo, y su fiebre sube y baja como si fueran mareas. Hablé con él y le dije que había descubierto que estaba en problemas, y que lo que pasaba en ese lejano Mundo le estaba afectando también en este.

- Sé porqué estás enfermo... ¿Por qué no me dijiste nada sobre lo que estás pasando? Kris, pudimos ver solo un segundo de lo que sufriste, y parece muy grave. Esas heridas y ese dragón eran parte de las únicas ensoñaciones que tienes desde hace un año... Ese niño humano agradeciendo su libertad, eras tú. - Comenté mientras vigilaba su temperatura, acariciando su frente y descubriendo un poco sus ojos. Me miraba con culpa, pero también con un indescriptible gesto de alivio, al exponer su secreto.

- No te dije nada para guardar tus sueños. Daría mi alma recuperada por tu felicidad. Ahora pagué el precio por destruir una de mis pesadillas.- Dijo lentamente, algo mareado por la fiebre.

-No debiste ocultarlo. Haría lo que fuera para que enfrentemos eso juntos, lo sabes bien.

- ¿Recuerdas cuando te regalamos ese telescopio, e hicimos una fiesta improvisada? Esa noche, al cerrar mis ojos y pensar en tí, conocí a Mareridt. Estaba emocionada por llenarte de terrores. Me dijo que eres el ser más fuerte y luminoso ser del Mundo Onírico y la esperanza personificada para Soare y Hōld, logrando hacer relucir las ilusiones de los demás. Dí mis sueños en ofrenda a ella, para que tú solo tengas visiones dulces y positivas.

- Kris...

- Por favor, perdona mi imprudencia, pero no pude dejar que te dañe: eres mi soberano y de quien sólo quiero días de sol.

El haberme dicho eso, me despejó una gran duda de lo que está pasando y el origen del desequilibrio de la Princesa de los Terrores Nocturnos, pero no me parece razón suficiente. No, para que todo ese lugar colapse, como lo está haciendo.

Susie nos miraba en silencio, pero cerró los ojos y sonrió algo confusa y negando con la cabeza por la situación en la que se metió nuestro amigo, por ser el eterno guardián de mi vida y bienestar.

Por su lado, después de esa noche en el reino de Hōld, parece muy asustada, aunque se hace la fuerte. Sé que medita en todo lo que está pasando, y está realmente preocupada. Le pregunté que es lo que haría si ese día fuera mañana.

-Ralsei, te lo aseguro: Si debo picar en pedacitos a esa cosa; si eso es necesario para salvar a este estúpidamente valiente amigo, yo lo haré, pero...- Susie nos miraba con confianza, pero lentamente palideció un poco y desvió la mirada hacia el suelo. -¡Ay, amigo!, solo recordar esa pequeña película de pesadillas me da algo extraño en la espalda. Vamos a enfrentar a la "Señora de los Malos Ratos".

-Los temores son necesarios.- dije mientras le daba una sonrisa tenue, que permitiera que se exprese.

-¿Pero qué dices, debilucho? ¡Yo no tengo miedo! ¡Ella temerá de mí por querer destruir el mundo!.- respondió con furia.

-Susie...

- ¡Arrrg, ya! Lo reconozco, no quiero ni acercarme ahí. Estoy jodidamente asustada. Sé que debemos esperar lo mejor siempre, no perder la fe y esas malditas cosas optimistas, pero se me quitan las ganas con esa tipa. Parte de mí me dice que no es mi lucha, pero ni por nada del mundo los dejaría de lado, maguito enclenque y su escolta el suicida. Tú tienes la clave para acabar con todo esto.

Mis amigos confían en mí, pero yo no estoy seguro. Conservo la reliquia del Príncipe de la Noche y me han regalado su confianza, así que espero que cuando llegue la noche y vuelva al Mundo Onírico, realmente sus palabras me cubran.

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