Juntos

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Kris cerró la bitácora terminando con la última página.

Ambos estaban sentados a los pies de la cama, inmóviles, respirando con pesar. El muchacho no pudo evitar lanzar un suspiro angustiado mientras lentamente dejaba el registro a un lado. Ahora entendía por completo que es lo que pasaba, y estaba advertido de que él era en cierto modo responsable de haberse dejado engañar en un conflicto aún más grande.

Cuando alzó la vista se encontró con los humedecidos ojos de su príncipe y sintió como su corazón pesaba y un nudo se acomodaba en su garganta firmemente. Las brillantes lágrimas de Ralsei rodaron por su suave pelaje y cayeron entre las mantas, como el inicio de una lluvia, agachando la cabeza.

- Nunca he tenido tanto miedo desde que El Caballero buscaba apoderarse de tu alma, y no podías decidir. Pero esto es diferente. Decidiste por tí mismo salvarme, aunque eso te cueste la vida. Simplemente lo hiciste.

El humano se acercó lentamente para confortarlo con un abrazo, acomodando su cabeza en la bufanda, como si buscara un refugio perfecto. Ambos estaban tristes con la complicada situación a enfrentar, que en cualquier momento podría escaparse peligrosamente de sus manos.

El temor era sumamente válido.

El pequeño mago se estremeció sorprendido al empezar a escuchar el suave sonido del sollozo de su caballero sobre su hombro, que iba aumentando en intensidad, hasta que comenzaron las palabras a atropellarse entre los jadeos y los suspiros afligidos.

-Ralsei, por favor, perdóname. Me siento miserable. Soy un imbécil por hacer que lágrimas salgan de tus preciosos ojos. Todo esto es mi culpa. Yo...

El príncipe detuvo sus palabras con una rápida acción de sus manos, descubriendo con una de ellas los ojos del contrario. Su angustia era visible, y podía notarse el enrojecimiento por el llanto y las ojeras de muchas noches sin descanso. Con timidez acercó sus labios y besó ambos párpados aún mojados.

Un ahogado espasmo del lloro de parte de Kris lo hizo detenerse y desplazarse lentamente a sus labios, para darle un beso tan profundo y sincero, que le devolvió poco a poco la esperanza, como aquella vez, cuando selló la última Fuente Oscura para siempre.

Cuando recuperaron el aliento, parecían más calmados. El príncipe miró con inmenso cariño a su compañero, para decirle que no se rindiera, y que no perdieran la fe, como les aconsejó el príncipe petrificado, hasta su último suspiro.

-Kris, no dejaré que te pase nada. Tú siempre me has protegido, y aunque fue un vil engaño, entiendo la razón por la que tomaste esa decisión. Ahora es mi turno de salvarte.- dijo, enjugando sus lágrimas en su mullida bufanda.

-Estaremos juntos. Haré todo cuanto me pidas, pero jamás te dejaré de lado, mi dulce príncipe. Tú eres mi luz, y estaré contigo para que la princesa perdida pueda verlo por su propia cuenta.

Ya más tranquilos, se incorporaron para volver a la escuela. Kris recogió la bandeja con la taza vacía y la llevó hasta el fregadero. Ralsei esperó que completara esa acción en silencio hasta que volvió a encontrárselo de frente para responder con otro abrazo. Volvieron a llorar un poco, pero esta vez ya habían descargado todas sus emociones.

No sabían que noche sería el enfrentamiento con aquella persona, pero ahora estaban algo más seguros, gracias al poder del aliento y saber que unidos podrían lograr lo imposible una vez más.

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